LA HISTORIA NO ES EL PASADO, PORQUE TRANSCURRE HOY .
El Museo Itinerante del Barrio de la Refinería, las Jornadas de Cronistas e Historiadores Barriales y el Museo Virtual están declarados de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario y el Honorable Concejo Municipal.
Personería Jurídica Otorgada por Resolución Nº325 del año 2010.
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martes, 5 de agosto de 2008

HACIA OTRO USO DEL MUSEO

¿Para qué sirve un museo?
Tradicionalmente se ha dicho que para guardar cosas, que las futuras generaciones van a conocer, para saber más acerca de su pasado, o su arte o su ciencia.
Otra visión es que las cosas allí guardadas son valiosas, para hoy y para mañana, por lo que deben ser exhibidas y demostrar así su valor colectivo. Otra mirada dice que los objetos son objetos de gente rica, o de coleccionistas, que guardan públicamente lo que es (o fue) privado.
Miradas más estereotipadas, aunque no desdeñables, ubican al museo dentro de los lugares aburridos, polvorientos, tenebrosos o indeseables inclusive.
Podemos decir que las cuatro perspectivas son reales: basta mirar las actas, ordenanzas y decretos que crean los museos, para acceder a las motivaciones profundas y no tanto, de los museos que hoy día están en funcionamiento. Y por otro lado, basta con preguntarle a la gente que opina del museo.
Pero… ¿hay nuevas funciones o motivos?
Una de las posturas más nuevas (es un decir, porque es de los años 70) implica correr el eje funcional del museo, del valor de lo expuesto hacia valor del público.
En esas teorías, pues son varias, llamadas, en conjunto, “Nueva Museología”, se establece un nuevo paradigma: la inserción del museo en una trama social, vista de otra forma. Si el museo siempre estuvo dentro de una sociedad, ahora esa sociedad es compleja, y también es exigente. No es una clase social dinerada, sino el público común, el conjunto de contribuyentes y de espectadores. “El dinero público vuelve al público” en los museos. Los eruditos, científicos y especialistas son ahora funcionarios públicos, obligados por una tarea, un trabajo, y no ya diletantes y hedonistas, dedicados a su propio placer.
Sin embargo, esto tiene limitaciones.
Los técnicos miran al público como cosa abstracta, y suelen reflejar en lo expuesto sus propios valores e intereses. El pasado, o el arte, se vuelven intocables y a la vez, accesibles. Pero también se vuelve cada vez más imperiosa la justificación de tanto dinero en resultados “poco evaluables”, como el aprendizaje o la diversión efectuados. ¿cómo evaluar lo que se aprendió? Así surgen encuestas, métodos, cámaras que registran el comportamiento del público, cuantificaciones, talleres. Finalmente, se privilegia el número, la cantidad. Que es el signo del tiempo multitudinario del hoy.

UNA NUEVA MIRADA

Pero podemos darle una nueva vuelta a la cosa.
Si los museos “miran” al público, y la sociedad “mira” al museo, ¿no podrá verse ésta a través de aquél, como en un espejo?
Si el objeto era producto de admiración… ¿no podrá ser ahora de reflexión?
Esta nueva perspectiva daría la posibilidad que el museo, incluso sin tocar demasiado su museografía, permita el conocimiento de partes de la sociedad, la gente que concurre al museo, y sacar de allí conclusiones. ¿qué se piensa del pasado, de la ciencia o el arte? Y luego ¿Somos resultado de esa ciencia, ese arte, y esa historia? ¿No estamos produciendo esas cosas, para un mañana? ¿Cómo somos ahora, cómo nos comportamos y desarrollamos, cómo producimos y consumimos, cuáles nuestros afectos, derechos y deberes? ¿Comprendemos lo que significa extinguir un animal o una cultura, hoy, aquí, ahora? ¿la ciencia de hoy es siempre benigna? Preguntas de hoy, no del ayer, pero disparadas todas por el conocimiento de lo expuesto en el museo.
Así, un objeto, banal inclusive, puede motivar preguntas como ésas, y mediante los especialistas adecuados, se pueden obtener interesantes conclusiones. La admiración no necesita ser descartada, basta con ser observada. Los valores no se descuidarían, sino se reforzarían y re interpretarían.
Los productos obtenidos así serían formas de conocimiento social, convertidos –quizás- en documentos, publicaciones y muestras acerca de nuestra sociedad. El objeto es, desde esta postura teórica, el objeto que se piensa colectivamente, para hablar luego de nosotros mismos.
No es objetivo, entonces, saber más sobre la inmigración o los dinosaurios, sino sobre las huellas que los inmigrantes dejaron en nuestra sociedad, o porqué los dinosaurios ejercen tal o cual impresión sobre nosotros.
Con esta perspectiva, los innumerables objetos de los museos son piezas inestimables para el conocimiento de la sociedad actual, a través de lo que otras sociedades dejaron. No es que no importe saber sobre otras sociedades, culturas o épocas. Sí importa, pero no es lo único.
En esta nueva manera, también sabremos más sobre lo que somos hoy.
La definición ICOM de museo habla de la sociedad y de su desarrollo.
El museo se convertiría entonces, en una herramienta más útil para ello.