LA HISTORIA NO ES EL PASADO, PORQUE TRANSCURRE HOY .
El Museo Itinerante del Barrio de la Refinería, las Jornadas de Cronistas e Historiadores Barriales y el Museo Virtual están declarados de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario y el Honorable Concejo Municipal.
Personería Jurídica Otorgada por Resolución Nº325 del año 2010.
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jueves, 21 de octubre de 2010

CUMPLEAÑOS, HORA CERO

¿Desde cuándo se festejan los cumpleaños de los chicos?
Hablamos de torta, niños reunidos en torno al cumpleañero, papás y tíos, tirar de la oreja, soplar la velita y cantar el “happy birthday” castellanizado, repartir pitos o romper la piñata.
Una pregunta que parece bastante simple.
No lo es, si nos fijamos que, en fotos, revistas y descripciones muy antiguas, los chicos o bien no cumplían años o bien no se festejaba este acontecimiento como hoy.
Los europeos, sobre todo españoles, festejaban el santo. Siendo católicos, en general es fama que el nombre impuesto era el del santoral.
Así, si el bebé nacía un 10 de noviembre, recibía el nombre de Andrés Avelino, por ejemplo. Naturalmente esto no siempre se podía dar. A veces la fecha se correspondía con una santa y el bebé era varón, o viceversa.
Pero “festejar el santo” era una costumbre más o menos establecida. Un libro muy antiguo del museo, El Teatro Social del siglo XIX, critica la forma en que se festejaban los Días de Días en la España de 1840. Así, en esas épocas, sólo se celebraban los cumpleaños de las personas adultas, y los chicos eran los que recibían un regalo del padre o a la madre, en general un juguete, y la mujer o la hija mayor entregaba una confección propia, como un tejido, o una bolsa bordada para guardar el dinero o el tabaco. Luego el libro se queja que todo se había reducido a una formalidad entre amigos, y el cumplaños era un simple intercambio de tarjetas de visita "para cumplir".
Si rastreamos en el siglo XX, en Rosario, veremos que a pesar de haber fatigado revistas, libros, fotos y descripciones, los cumpleaños infantiles ni aparecen a principios de siglo.
Otro libro que posee el museo, denominado ¡Hijo Mío!, consta de un año completo de revistas encuadernadas. Casi no hay tema que esas revistas no hayan tocado en lo relativo a la niñez y maternidad: enfermedades, enseñanza, juguetes, comida, sexualidad… pero no los cumpleaños.
Recién en 1938, un breve artículo de Para Tí señala la forma adecuada de festejar un cumpleaños, la portada de un Billiken de 1939 muestra a un nene soplando las velitas.
Quedan los testimonios.
Charlando con varios vecinos de diferente edad, vemos que hay recuerdos distintos.
María, de 82, recuerda que su hermana mayor le ofreció a una hermana más chica un cumpleaños de 15, porque ella “nunca había festejado su cumpleaños”. María tampoco había festejado cumpleaños alguno.
Manuel tiene 80, y recuerda que a él nunca le festejaron los cumpleaños.
Sí a una prima, varios años menor y de condición más pudiente, que ofrecía un “chocolate” al cual estaban invitados primos y parientes, pero no con la parafernalia actual de torta, cotillón, payasos y regalos. Sólo una merienda, y para adultos preferentemente. No había regalos.
Ángela, ya de 60, recuerda sus cumpleaños, en los años 40, igual que Ricardo, de 50 y Daniel, de 65.
Si ponemos sus vidas en paralelo, como barras, y suponemos que su niñez (área amarilla de la barra) es hasta los 12, veremos un gráfico de barras como este.
En el dibujo, vemos que algunos no han festejado, y los marcamos con un recuadro naranja. Los que si festejaron, un recuadro gris. Vemos que la “frontera” está en la década del 40, marcada con una línea celeste punteada. .

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Vemos que si Manuel y María nacieron en la década de 1930 y el libro ¡Hijo Mío! es de esa época (1937) y no aparecen cumpleaños, podemos decir que en esa década no se festejó el cumpleaños de los chicos al estilo actual, y antes tampoco, viendo revistas como el Monos y Monadas (1910-11) o Caras y Caretas. La hermana de María festejó su cumpleaños, pero "ayudada", lo que implicó algo así como una fase intermedia.
Si bien los casos analizados son pocos, podemos hipotetizar que la costumbre de los cumpleaños con torta y velitas se consolidó y generalizó en la década del 40. ¿porqué?

Es en esa década cuando el libro ¡Hijo Mío! surte efecto. Creemos que los productos para ser consumidos (un libro, o una frase de político) deben ser realizados en un contexto social que desee esas realizaciones. Así, ¡Hijo Mío! y “los únicos privilegiados son los niños” tuvieron resultado como libro y como política estatal sólo si existía un sustrato social adecuado.
Los cumpleaños, tal como se conocen hoy, no serían tan viejos entonces.
La canción Cumpleaños Feliz (Originalmente denominada Good Mornig to all) es norteamericana, de 1895, y patentada en 1934. También extranjera es la costumbre de soplar la velita, que es alemana, y tirar de las orejas, que es un hábito español (en Estados Unidos se pellizcaba). La torta es una costumbre también europea.
Podemos decir que el formato del actual cumpleaños es una mezcla de varios folklores, que se aplicaron aquí en medio de una sociedad “aluvional”, basada en la inmigración, y que recibía aportes constantes de Estados Unidos y Europa, sobre todo del consumo.
Los años 40 son de plena digestión del inmigrante, del tano, el gallego: ya ha sido asimilado, y las clases medias absorben muchas costumbres de las clases altas y del extranjero con facilidad. A esto se le suma una característica típica: la sobreprotección de la prole reducida a uno o dos hijos.
También es una época de homogeneización de las costumbres hogareñas: escuchar radio, tener un menú más o menos similar, proteger la privacidad del hogar, leer ciertos textos, consumir ciertos productos...
Así, clase media, más consumo, más sobreprotección, daría como resultado el agasajo al nene, y por transitividad a otros nenes, de otras mamás.
El cumpleaños infantil es, en realidad (y a nuestro juicio) tanto un festejo como un ritual de protección, ya que contribuye a sobreproteger a los pibitos mediante el homenaje. Los regalos contribuyen a esa tendencia al inculcarse la habituación al objeto (las cosas) como intervaloración personal, o sea dar y agradecer, regalar, homenajear.
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Claro, en las costumbres, no hay un día, un año, ni siquiera una década definida como comienzo "exacto" de los cumpleaños, sino que probablemente se haya empezado a fines de la década del 30 a festejar, y ya en los 50 era una costumbre ya ineludible, obligada.
La década del 40 consistió, precisamente, el inicio de esas costumbres alegres, pero a la vez constitutivas de una sociedad nueva, con una clase media que dirige la forma de “ideal” de comportarse.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Mi bisabuela festejó los cumpleaños de sus hijas en esa década, porque decía que a ella no le habían dejado festejar, porque era algo superfluo.
Habría que diferenciar entre los cumpleaños de gente de dinero, y los de las clases humildes.
Apoyo la hipotesis que dice que es la decada del 40, porque en esa época es cuando se instauran muchas de las costumbres actuales, y se dejan otras que los inmigrantes trajeron. Las comidas que hoy tenemos se originan en esa década, antes eran comidas o criollas o extranjeras, y desde ese momento se establecieron comidas comunes a todos como las milanesas, el puchero, los fideos, el asado o los ravioles, estandarizados como alternativas de la economía familiar y como "deseo de", no simplemente como recurso alimentario disponible.
Muy interesante el blog, lo voy siguiendo y es algo muy importante en la difusión de la historia del barrio.

rafael albrizzi dijo...

yo nunc afestege el cumpleaños porque era costozo comprar esas cosas para todos, pero si nos reuniamos los abuelso, los tios, y los pirmos y haciamos un chocolate con galletitas dulses, mi mama compraba unas que benian en un tarro de lata, con tapa y venttana de vidrios,el almasenero las ponia en un papel y hasia como uan enpanada de papel con el "rellleno" de galletita adentro, ja ja
y no soplaba las belitas sono que se tomaba el chocolate a la terde, a eso de las ceis.
rafael albrizzi