LA HISTORIA NO ES EL PASADO, PORQUE TRANSCURRE HOY .
El Museo Itinerante del Barrio de la Refinería, las Jornadas de Cronistas e Historiadores Barriales y el Museo Virtual están declarados de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario y el Honorable Concejo Municipal.
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jueves, 13 de agosto de 2009

HECHO BOLSA Y BIEN CALADO

Entre los objetos del museo, existe uno que los niños, en las exposiciones, suelen confundir con una extraña arma blanca, con una espada hueca.
Es una caladora de cereales, una herramienta de trabajo del puerto.
La función de la caladora era extraer una pequeña cantidad de cereal de algunas de las bolsas a embarcar; esa pequeña cantidad verificaba una cierta cantidad de grano. Una medida con un número grande significaba semillas pequeñas, y otro con menos grano, un mayor tamaño de la semilla. De ese muestreo surgía la calidad del embarque, y la coincidencia (o no) de lo embarcado con lo solicitado por el comprador, en cantidad de semillas por volúmen embarcado. Además, se controlaba la calidad de las semillas en sí, su color, su estado, si tenía plagas, etcétera..
Veamos cómo funcionaba la herramienta. La caladora constaba de una punta hueca, en chapa de hierro, muy aguda, que tenía una sección en forma de “C”, que se iba angostando hacia la punta. El calador clavaba hasta el fondo la punta, en la bolsa, y la forma de la herramienta retenía cierta cantidad de grano. Poseía un mango antideslizante, generalmente de corcho, y en el extremo del mango, directamente un orificio. El operario clavaba la caladora, y la muestra se volcaba por el mango. Frecuentemente tenía una vaina de cuero, para usarla al cinto. Había caladoras para maíz, trigo y lino, que es la que poseemos en el museo.
De esta tarea –en realidad un control de calidad- deducimos que el calador fuera un personaje temible: delataba la calidad del embarque. Si vemos las fotos que suministramos, su presencia contrasta con la ropa humilde y desaliñeada de los changarines y estibadores. Tiene traje de calle, gorra (incómoda para hombrear) y una apostura vertical, no encorvada por los 70 kg. de la bolsa. Este personaje no definía, puntualmente, las bolsas que entraban o no a la bodega del barco, puesto que el muestreo se hacía de forma metódica. Se calaba en el vagón, o al bajar las bolsas, en puntos definidos de la chata del vagón, a medida que las bolsas pasaban por la rampa a la bodega, o bien cuando pasaba el estibador.
El punto de embarque era, para los obreros el de mayor peligro y tensión. Hombrear bolsas y detenerse significa realizar un esfuerzo grande, por lo que el calador, en la rampa, calaba con el estibador en movimiento. Éstos eran conscientes de la importancia del momento, no del calado (importante para cliente y vendedor) sino el de la estiba, la carga al buque. La carga era el "momento económico", cuando agro y exportación se combinaban físicamente. Si ese punto fallaba, si no se cargaba, no se cobraban los commmodities, por lo tanto, fracasaba el "modelo" agroexportador. Los obreros lo sabían: las huelgas de principios del siglo XX siempre comenzaban allí, en el muelle, puesto que el embarque era la manifestación real de los negocios agroexpoertadores que sostenían el país. Podemos ver que puerto y transporte público (como trenes y ferrocarriles) eran los inicios de las huelgas generales, desde allí se podía paralizar la economía completamente.
Volviendo al calador, su tarea era delicada, casi política, desechar un embarque por su calidad era un asunto importante. Este oficio inquisitorio ha dejado algunas huellas en el habla cotidiana, al menos hasta hace algunos años.
En el habla coloquial, calar significa mirar, observar pero con la intención de inspeccionar.
Te tengo bien calado es una expresión que indica el conocimiento que tenemos del carácter o comportamento de una persona, que ha pasado por nuestro "control de calidad".
Es frecuente que actividades muy conocidas, populares, conocidas o frecuentadas, dejen huellas en el habla popular, como el fútbol, el juego o la comida. Así, calar tiene sinónimos como marcar, carpetear y manyar, pertenecientes a esas tres categorías mencionadas. Todas significan lo mismo: inspeccionar, observar.
La caladora, aunque casi olvidada ya como herramienta, dejó una marca más, un signo de lo agrario en la Argentina, porque el hoy denostado o glorificado "campo" perfiló todo un modo de vida en el país.
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Las imágenes históricas son de la revista Monos & Monadas del año 1911, extraidas de una nota denominada "El Puerto de Rosario". La revista forma parte de la colección del museo..
Para ver más sobre calado de cereales:
http://www.bccba.com.ar/bcc/images/00000651_Anexo%20A.pdf

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