LA HISTORIA NO ES EL PASADO, PORQUE TRANSCURRE HOY .
El Museo Itinerante del Barrio de la Refinería, las Jornadas de Cronistas e Historiadores Barriales y el Museo Virtual están declarados de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario y el Honorable Concejo Municipal.
Personería Jurídica Otorgada por Resolución Nº325 del año 2010.
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jueves, 25 de febrero de 2010

UNA CONSTRUCCION FARAONICA

Las artes en general extraen del medio social las influencias que finalmente las condicionan. Así los estilos, modos de creación del arte, suelen pasar por etapas extrañas.
La década de 1920 a 1930, en arquitectura estuvo arcada por influencias también extrañas.

Los descubrimientos arqueológicos sobre todo, dieron a la arquitectura elementos nuevos: formas novedosas, detalles y decoraciones fantásticas que comenzaron a aparecer detrás de los arqueólogos y con la difusión de sus trabajos. Estas formas eran completamente extrañas a los diseños clásicos de raíz griega y romana del clasicismo, tan comunes en casas y palacios rosarinos, con sus columnas corintias y sus molduras francesas.

Especialmente con la apertura de la tumba de Tutakamón, en 1922, la arquitectura amplió su repertorio con otras cornisas, columnas y pórticos. Nuevos detalles tenía origen en el estilo egipcio.

En Rosario, varias obras tuvieron esta influencia, y tal vez la más conocida sea el Palacio Minetti, en al actual peatonal Córdoba. El Art Decó utilizaba estas nuevas formas para precisamente decorar. No se modificaba demasiado el uso de la casa o la mansión, sino que los nuevos formatos “arqueológicos” eran simplemente aplicados para darles otro valor estético, supuestamente más moderno. Las famosas “mujercitas” (derecha, foto de Néstor Botta), hechas de bronce patinado de la puerta del Palacio Minetti reproducen, al estilo rosarino, la postura hierática de las estatuillas egipcias, pero tornándolas deportivas y dinámicas, con cierto movimiento. En otros edificios se aplicaban flores de loto o nenúfares en puertas y revestimientos, decoraciones que recordaban las tumbas egipcias.
El Barrio Refinería no escapó a esta tendencia moderna.
El barrio tenía muchas viviendas pobres, conventillos y casa de chapa, pero algunas casas eran clásicas, “de buen gusto”.
Para 1905, algunas casas eran al estilo Art Nouveau, y estaban en general ocupadas por gerentes, técnicos o jefes de las industrias, todos de alto nivel socioeconómico, los que tenían acceso a las revistas de arquitectura, o manuales y publicaciones del arte y el diseño. Con el fin de la Guerra Europea (1914-1918) los gustos cambiaron.
Sobre la Avenida Ingeniero Thedy, a algún constructor -a cuyo nombre no pudimos acceder- se le ocurrió usar este tipo de estilo egipcio.

La casa (Thedy 211 bis) está ubicada en un terreno triangular, y consta de dos unidades de vivienda, compartiendo un solo frente. Hoy está parcialmente cubierta por un gran cartel publicitario.
Es precisamente el frente el que tiene ese estilo…digamos “Tutankamón”.
El constructor hizo las ventanas rodeadas por una especie de pórtico similar a los que forman algunos monumentos clásicos egipcios. La cornisa que los remata, de sección cóncava, remite a esas formas, propia de los pilones de los templos y palacios del Valle de los Reyes.
Las líneas paralelas incisas del frnete, recuerdan el tocado del joven rey Tutankamón en oro y azul. Incluso el plafón sobre la puerta de acceso central nos recuerda ese tocado, característico también de la Esfinge de Gizeh, entre otras esculturas.
Es evidente que estas decoraciones traen a la memoria inmediata estas ideas o imágenes. Sólo que el lector debía tener un conocimiento mínimo para poder establecer que el estilo es moderno, de actualidad.
La adopción de estos formatos extraños más tenía que ver con la novedad que con un estudio serio del estilo egipcio. Refería a la última moda, en este caso una tumba recién descubierta, con la brillante fantasía del tesoro y el misterio. Tal vez por esto mismo, se toman de lo egipcio sólo los elementos más elementales y distintivos, en un cliché de lo que debió ser la arquitectura del Imperio Nuevo.
A diferencia del revival de esas épocas (cuyo ejemplo más cercano es el Neogótico de la iglesia del Perpetuo Socorro de 1925) se toman solamente algunas decoraciones, para “simular” el estilo egipcio. Son gestos, marcas, dibujos, y no una aplicación completa de las formas.
La disposición de las habitaciones, es idéntica a las habituales en otras casas de barrio, o sea casas chorizo, casas populares.
¿Porqué este estilo tuvo su aplicación en una casa tan alejada de las avenidas, y en un lugar cuanto menos recóndito del barrio? No lo sabemos.
La ubicación es casi inmediata a los Talleres Centrales, y en esas dos cuadras (cortas) desde Junín hasta Vélez Sarsfield había algunos bares, carnicerías y un par de panaderías. La historia del descubrimiento de la tumba de Tutankamón se hizo pública en 1927, en un libro del arqueólogo, Howard Carter. La casa, por un único documento disponible, es de 1929.
Probablemente, con este estilo exótico y de actualidad se quisiera dar una imagen moderna, de avanzada, a fin de obtener una mejora estética que supliera la marginalidad obrera del lugar.
Este estilo de imitación (o reinterpretación) forma parte de una actitud típica de las nacientes clases medias. Preocupadas por los aspectos externos, la casa posee una fachada que debe ser diferente, novedosa y a la vez, individual, como sus dueños. No desdeña por eso la imitación con tal que sea novedosa. Los mismos motivos que llevan a un propietario a revestir su frente con mármol o cerámicos, llevaron a este constructor a recordar estilos antiquísimo y aplicarlos, a su manera, en un barrio pobre, marginado y obrero. ¿O tal vez no lo era tanto?

sábado, 20 de febrero de 2010

SACACHISPAS

La nostalgia a veces mueve más que cualquier ciencia.
El Museo posee un juego de botines Sacachispas, con su caja verde y todo.
Este calzado infantil era de  tela, y se suponían impermeables. Invariablemente negros, eran uno de los regalos más frecuentes en la década del 60 al 70. Muchos se quejaban de su extrema rigidez, sobre todo después de secarse al lavarlos. Otros los alababan por su calidad y resistencia. Se dejaron de fabricar a principios del los 80, según nos han comentado.
Los Sacachispas, o “los Saca” como se les solía decir, entraban en la categoría de “sucedáneos”, de imitaciones. Imitaban botines profesionales.
No eran exactamente botines de fútbol, sino zapatillas de tela, con puntera de goma (luego plástica) con tapones fundidos en la misma suela y un vistoso protector de tobillos circular – a todas luces insuficiente- que le daban un aire muy deportivo. Allí estaba, impresa, la marca. 
Ésta era también vistosa, porque “Sacachispas” era un buen hallazgo para una marca, y la H era un arco de fútbol, donde se estrellaba una pelota.
La marca provenía de un club de fútbol de Villa Soldati, fundado en 1948 por Eduardo Lorenzo (padre), Borocotó. A su vez, este nombre proviene de un ciclista amigo del fundador. Participó en los torneos Evita, su escudo y camiseta era lila y blanca, y era todo un símbolo, porque esos colores eran de una flor que crecía en los potreros. Sacachispas aún existe, y juega en Primera C. Equipo muy vinculado al fútbol politizado de los 50, en 1953 se estrenó una película de ese nombre, dirigida por el mismo Borocotó. Otros clubes latinoamericanos llevan ese nombre también.
Volviendo a Los Saca, debemos tener en cuenta que los botines auténticos eran caros. Eran artículos profesionales o casi, cuya compra era esporádica, o bien se fabricaban a medida para las instituciones (aunque se dice que el Beto Alonso jugó en el Shea Stadium de Nueva York contra el famoso Cosmos de Pelé, usando las zapatillas Flecha). Los más conocidos en el barrio eran los Sportlandia.
También había una "contra": eran un calzado para adultos.
Así que Los Saca suplantaban el botín profesional, daban un aire deportivo al juego, y los chicos tenían "sus" botines, sus primeros botines.
Pero no todos podían comprarlos.
En los picados y partiditos de baldío, los usuarios de Los Saca eran algunos, no todos, ya que eran bastante caros.
Los Saca eran parte de un equipo al que el niño aspiraba. Las camisetas en los picados eran variopintas en general, y cada uno trataba de ponerse la de su club. No era raro que para el cumpleaños, el pibe recibiera “el equipo” de Central o Ñuls, y lo usara apenas tuviese la oportunidad, así que  la identificación era exclusivamente nominal, y se sabía quién jugaba en cada equipo por el nombre del jugador, porque había camisetas de todos los cuadros o colores, incluso se jugaba sin ellas, por el calor o porque formaban el arco.
Junto con la camiseta y la Nº 5, venían los Sacachispas,  lo que a veces provocaba un memorable orgullo infantil.
El calzado era fabricado por Alpargatas, una tradicional fábrica de zapatillas de tela con suela de goma o yute, que además confeccionaba muchas variedades de textil, como sogas, lonas y lonetas.
El diseño estaba basado en los contrastes de negro con blanco.
Los cordones, las cordoneras, la banda lateral y la protección tobillera eran blancos. La suela, fundida, tenía moldeados los tapones.
Este diseño no impidió modificaciones con el tiempo. Originalmente los tapones eran poco sobresalientes, y según se comentaba (al calor del partido) no servían de mucho. La punta, roma y plana, “patinaba” a veces en el pasto o bien se “clavaba”, ocasionando risueños derrapes infantiles y no pocas torceduras. Se solía decir incluso que si se utilizaban con demasiada frecuencia, la goma se ablandaba, y los tapones sobresalían hacia el interior… A fines de los 60 se trataron de modernizar, con una línea más parecida a las zapatillas de basket. Los tapones no estaban puestos de forma seriada, como en los profesionales, sino como tacos alternados, largos y cortos, suponiendo que así "cortaban" la corrida y aferraban mejor al pasto o al barro.
Se reemplazó la tradicional caja verde manzana, por otra más lisa y profesional, de color naranja, el color "pop", de moda en los 60. Se añadió una estrella con una pelota inscripta. 
Surge entonces su slogan radial, que se propalaba a veces en las canchas: Un gol de media cancha, con botines sacachispas...
También se intentó modificar el público destinatario, diciendo: Dése el gusto de jugar con tapones, dirigiéndose así a los más grandes. Pero Los Sacachispas estaban ya muy vinculados con el deporte barrial infantil, con el potrero y los pelotazos en la vereda o el patio. Los chicos esperaban, a los cinco o seis años, el regalo de sus botines, generalmente de parte del padre fanático o el tío "canchero" y ya con barriga...
La difusión de este calzado tan popular atrajo, naturalmente, la competencia.
A principios de los 70, se empezaron a fabricar los Fulvencito, botines muy similares a los Sacachispas, al menos en su propósito. La fábrica Fulvence era ya bastante antigua, y por lo tanto poseía más experiencia en calzado profesional, a diferencia de Alpargatas. En los 70 eran ya una marca alternativa fuerte.
Los Fulvencito eran estéticamente más modernos, puesto que imitaban los botines profesionales, y en especial a los botines Adidas. Apostaban al contraste también, pero carecían de protección tobillera, y tenían tres tiras decorativas o “chevrones” invertidos, que en realidad poseen la (remota) función de impedir tajos en la tela al pelotear de costado. Tenían su boca acolchada, sumando comodidad.
Además, estaban hechos de cuerina de color negra o marrón, lo que le daba otra apariencia más moderna, profesional y seria, o sea, menos infantil.
Justo lo que buscan los chicos de todas las épocas: parecerse a los adultos.
Por supuesto, los bandos se dividieron, y aparecieron fanáticos de uno u otro producto.
Los usuarios de Los Saca argumentaban la resistencia de sus botines; los que calzaban Fulvencito, de la elegancia y modernidad de sus preferidos. Los bandos se separaron: por un lado estaban los “grasas”, que usaban Sacachispas, y jugaban en el barrio, en potreros y baldíos
Por el otro los “chetitos” que calzaban los Fulvencito y jugaban en un club...
Con la llegada de la importación, después de 1977, y con el entusiasmo del Mundial 78, se volvieron mucho más accesibles los botines profesionales.
Comenzó una demanda por el artículo original, importado, auspiciada por el dólar barato.
La industria nacional trabajaba para competir, pero era muy difícil. Todavía se recuerdan los botines Interminables y su publicidad de 1975, donde el Ratón Ayala (de forma algo pétrea) aseveraba que En Europa no se consiguen... tratando, desde la publicidad, de jerarquizar los comercialmente efimeros timbos como producto nacional.
Adidas sobre todo – pero también Topper - para esa época comenzó a difundirse en casas de deportes. Inicialmente se comercializaron zapatillas para todo uso. Las famosas Adidas New York se convirtieron en un artículo muy deseado; en las casas de deportes se vendían los modernísimos jogging (ropa para correr) y pelotas profesionales, como la Tango, la del Mundial 78. Los chicos comenzaron a desdeñar la pelota Pulpo de goma rayada roja y amarilla, y los más fanáticos aspiraban a la Número 5 del mundial.
Esas modificaciones comerciales hicieron que ya en los 80 la producción de Sacachispas cayera. Si bien no poseemos fechas precisas, a fines de los 80 ya eran un recuerdo grato de los jóvenes de ayer. Alpargatas ya no produjo sus Sacachispas.
Fulvence – empresa que fabricaba los Fulvencitos- continuó con una producción de calzado deportivo profesional y semi profesional. Los Fulvencito no se fabricaron más, siendo reemplazados por calzado deportivo Fulvence para niños, como un rubro menor, que reproduce directamente el calzado para adultos. No se produce un producto específico y diferente, sino una sola línea de productos que responde a las diferentes edades.
Hoy, se estudia relanzar los Fulvencito como una versión retro, o lo que es lo mismo, venderlos como una forma de consumo diferente.
Pero los Sacachispas no volvieron a ser usados como un calzado deportivo “inaugural”.
Este tipo de productos, que trataba de reemplazar en el consumo a otro producto – un botín profesional - dio muy buen resultado por mucho tiempo, casi tres décadas.
Con la masividad de la producción los reemplazos se configuraron como imitaciones burdas e innecesarias en la mentalidad del comprador moderno.
Gracias al cambio monetario, se podía alcanzar el producto original importado, y comprar una imitación comenzó a estar mal visto desde una perspectiva consumista.
Esta perspectiva implica que no se jugará bien si no se posee un equipo adecuado, elementos de calidad, de marca y auténticos. Independientemente de las cualidades deportivas del comprador, claro.
Hay una verdadera carrera "por lo que debe comprarse”, aunque a veces sea económicamente imposible para el bolsillo menos provisto.
Y hoy por desgracia muchos chicos también creen eso: que el talento reside en las cosas. Lo importante hoy es lo que se compra.  
Aunque el pibe sea un patadura.

lunes, 15 de febrero de 2010

OVALLE, SU LIBRETA Y EL ALMACEN

Una de las particularidades del comercio hasta mediados del siglo XX fue la libreta de almacenero. Se la llamaba también libreta de fiado o bien, La Libreta. El fiado era una cuestión de confianza. Todo el mundo conoce el cartel -ya famoso- en los almacenes, donde se aclaraba: Hoy no se fía, mañana sí.
En esta libreta, el almacenero iba anotando rubro por rubro lo que el cliente compraba, y él, a su vez, anotaba los mismos datos en un cuaderno, en general el monto de la compra total.
El cliente se llevaba la mercadería, prometiendo pagar apenas se presentase la ocasión.
Cuando se disponía de dinero, se abonaba, el almacenero sellaba la libreta con un sello de PAGADO y cancelaba la deuda en la libreta y el cuaderno. Listo.
Estas libretas son una rareza hoy en día, porque en general, una vez pagados todos los saldos, la libreta se tiraba. Ya no servía.
El Museo posee una, de tapas negras –habitual en este tipo de elementos- propiedad de un tal Idelfonso Ovalle.
No sabemos si es del barrio, aunque existió una familia Ovalle en la calle Humberto Primo. De todas maneras, este objeto es útil para conocer aspectos de la vida cotidiana del barrio, sea el de la Refinería o cualquier otro donde Ovalle haya vivido, porque la costumbre de la libreta estuvo bastante extendida en la Argentina.
Nos tomamos el trabajo de transcribir el listado de mercaderías comprado por Idelfonso.
La libreta abarca justo desde el 22 de agosto de 1928 hasta el 22 de julio de 1929, once meses, casi un año. Un total de 336 días. Quedan pocas dudas de la mercadería comprada, sobre todo puestos a descifrar una letra en lápiz no muy legible, dio como resultado un listado sin “huecos” ni dudas.
La estructura es de suma por página, lo que la hace cómoda para verificar lo que se va gastando, pero sin poder ver rápidamente los gastos del mes, cosa que tal vez a Ovalle no le interesaba, porque pagaba en fechas variables, probablemente según le ingresaba el dinero.

Podemos, mediante esta transcripción en una planilla informatizada, ordenar las compras de Ovalle, y así “meternos” de alguna manera en su vida privada, después de 82 años. Veamos algunas particularidades de su vida doméstica.
Idelfonso no compra todos los días. Compra vituallas para dos o tres; a veces pasan cuatro días, tal vez el lapsus se corresponde con los fines de semana y feriados.
La mercadería que compra es la habitual en los almacenes, no compra pan ni carne, tampoco verduras, que se venden en otros negocios.
Los consumos son casi normales para una familia. Tal vez el vino es un consumo mayor, puesto que Ovalle compró en esos 11 meses 525 litros de vino, a razón de 1,5 litros por día. (Una advertencia: antes de adjudicarle comportamientos alcohólicos, que no se evidencian en la planilla, podemos aventurar que tal vez eran varios en la familia, y que no necesariamente Ovalle consumía esa cantidad diaria de vino individualmente).
Otras mercaderías son abundantes en el consumo diario.
Idelfonso compra 230 gramos de bacalao por día, a razón de 2 kilos por cada compra, indicio de una dieta que podemos llamar... “española”.
Este consumo no puede darse solo, puesto que el pescados seco debe acompañarse con papas, porotos, garbanzos...
Probablemente la harina se haya usado para marinarlo, una vez desalado, escurrido y hervido.
Estas comidas, que ya se han perdido, se combinaron con otras, italianas o criollas, y el bacalao comenzó a perder importancia dado su relativo alto costo. Para los años 50 aún era una comida de cierto consumo, y ya en los 70 era un alimento ritual, exclusivo para Semana Santa. Para los años 80, sólo se lo podía comprar en comercios especiales, como el Almacén Pompeo.
Volviendo a Ovalle, el consumo tiene otras mercaderías importantes en su libreta de fiado.
La harina es otro rubro sobresaliente. Tal vez cocinaba su propio pan, porque compra la harina por bolsa.
No creemos que tuviera una panadería, ya que el consumo es de un escaso kilo y medio por día, comprando 1 bolsa de harina por mes. Y compró 10 kg. cuando “se quedó corto” una vez. Tal vez hacía "marineras" de pescado, tortas, empanadas, panes y galletas, aunque alguna vez se cansase y comprara... masitas dulces.
El afrechillo da la pauta que se fabricaba algún tipo de pan o bien Idelfonso tenía patos, gallinas o pollos.
Idelfonso compró 180 kilos, consumiendo 530 gramos diarios. Este producto –cáscara fina molida del trigo – se usaba para elaborar pan negro, o como un barato alimento de aves. La cantidad es suficiente para un gallinero urbano, barrial, habitual en el fondo de las casas para provisión diaria de carne de pollo y huevos.
Otra mercadería habitual es el azúcar.
Idelfonso compra de dos tipos, el azúcar molida y la refinada, a veces en de forma simultánea.
En esos 11 meses compró 89 kilos de azúcar molida, unos 260 gramos al día. Bastante, si se tiene en cuenta que es una azucarera completa. El azúcar refinada es otro consumo diferente; 30 kilos en un año, unos 90 gramos al día. Ese consumo indica tal vez una elaboración de postres o dulces. Es difícil un consumo muy grande de este producto a menos que haya tenido una familia numerosa .
La yerba refleja una costumbre de quien ya se ha afincado en el país; Ovalle compró 24 kilos de yerba en esos 11 meses, unos 70 gramos al día, suficientes para unas nueve o diez cebaduras completas, consumo habitual para una familia, donde tal vez dos o tres formen la ronda, dos veces al día. Una familia aún hoy consume en promedio dos kilos por mes, sobre todo si se bebe mate cocido, que aumentaba seguramente el gasto de yerba, hasta casi duplicarlo, lo que era muy habitual para desayunos y meriendas, combinado con pan, manteca, dulce casero o galletas.
Otra compra son los porotos, con escasos 10 gramos diarios, pero no consumidos diariamente; la manteca, a razón de 14 paquetes al año, sin saber el peso de cada paquete.
Son 16 los litros de kerosene los que compró, es muy poco combustible, seguramente usado sólo para iluminación.
Otros productos son el Relusol, un pulimento para vajilla similar al más actual Puloil, adquiriendo un tarro cada dos meses más o menos, o el café, comprando 15 tarros (más algo de café suelto) con un total de 15,5 kg o sea 46 gramos por día. Son varias cafeteras, dando la pauta de desayunos y meriendas para varios...
Estas pautas de consumo son útiles a la hora de ver cómo se alimentaba una familia en esa época.
Idelfonso gastó a razón de $ 2,10 por día en almacén.

No sabemos de que trabajaba, pero su salario era de unos 4 a 5 pesos diarios; unos 100 0 110 pesos mensuales, dependiendo del tipo de labor.
Las cancelaciones están acordes con esos ingresos, y Ovalle sólo excepcionalmente pagó $90, siendo los "pagado", en general, de 50, 60 o 70 pesos.
Esto da una pauta de la importancia de las compras, ya que habría que sumarle otras comidas, tal vez trasporte, y dejando de lado el alquiler, ya que al poser posiblemente gallinero, Ovalle tuviese casa propia.
Pero son conjeturas. La libreta no dice nada de eso.
Mirando las tablas que suministramos –considerar que agosto está incompleto- vemos que la economía doméstica es variada en el consumo. Incluso podemos ver algunas costumbres. 
En el caso del bacalao, en las compras aumentan durante el mes de la Semana Santa. Pareciera que Idelfonso es católico practicante, por su gran consumo en marzo y abril. O simplemente por la entrada del producto en gran cantidad y a mejor precio, porque a mediados de marzo, el bacalao baja de $1,1 a 0,90 el kilo.
Vemos entonces un alto consumo de vino, harinas y pescado seco. Productos como los fideos, el café, los porotos o el arroz, por ejemplo, no ocupan un lugar demasiado relevante en la dieta, y se compran esporádicamente.
La estación también parece que modifica el consumo. Por ejemplo, la compra de yerba tiene un máximo en octubre de 4,5 kilos y disminuye en diciembre a un mínimo de medio kilo. En dos ocasiones compró yerba marca Salus, que es algo más cara. Por lo demás, yerba "suelta", y el consumo se mantiene estable, con una excepciòn que veremos.
En general, hay un gasto creciente a inicios del año, pero en la tabla de abajo, vemos que se vino una "malaria" en noviembre, cuando el gasto es el más bajo del año (agosto no cuenta, porque está incompleto).

Y parece haber un "avituallamiento", un alza del consumo en octubre, con una gran compra de yerba, bacalao, harina... ¡como si Ovalle supiera la que se viene en noviembre! El monto del gasto "adelantado" es grande, estaría cercano al salario de un mes, lo que hubiese implicado un riesgo económico, si bien ese pago es atrasado.
Si vemos el consumo de ese mal noviembre, vemos que probablemente Ovalle gastó en almacen una exigua parte de lo que le quedaba del sueldo: un remanente de $20.
Si Idelfonso trabajara en la Refinería, el bajón se debería a la "baja estación " del azúcar: Ovalle en noviembre estaría desempleado y sin dinero.
Pero no lo sabemos.
Algo podemos deducir, siempre suponiendo una mala época: tal vez el alto consumo de yerba barata en ese mal noviembre sea para "sacarse el hambre", uso y cualidad tradicional del mate para épocas de crisis.
Hasta aquí, Ovalle.
Hay más, pero ahora del otro lado del mostrador.
Podemos ver que la pauta del almacenero es a veces “extraña”.
Siempre se equivoca. A favor de él, claro...
Exceptuando un solo caso, donde se equivocó claramente al sumar, siempre existen en las cuentas diferencias de 1, 2, 5 o 10 centavos de más, sobre todo cuando se cancela el saldo.
¿Costo del fiado o cosas del comercio?
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Aquí ponemos una chacarera.
La "Chacarera del 55" está dedicada al vino de ese precio, o sea, muy barato. Ovalle lo pagaba a 44 centavos, más barato aún, veinte años antes, claro. Y jamás hubiera comprado lo que se publicita aquí: quizás era demasiado caro para él.
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CHACARERA DEL 55
(hermanos Núñez)
Canta: Mercedes Sosa
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Del 55 es la chacarera,
que mordiendo sueños nos roba la noche entera..
Para los cantores, para los cocheros,
pa’ los quemadores que brotan en mostradores.
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Ha nací ´o pa’l grito de los guitarreros,
que venas de vino florezcan en los gargueros.
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Cuerpeando la noche, vuelve el ciego Pancho,
madurado a aloja que vuela desde una copla.
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Que me moje el vino que viene lento,
que me nombre el hombre que está contento,
que se saque todo el dolor de adentro.
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Soñador sin pena, arreador de olvido,
vino de ‘ta y cinco, emborrachador antiguo.
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Para el Chacho Díaz, para Maldonado,
seguidores churos de la noche enamorados.
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Ya me estoy solito, angustiando estrellas,
velando la macha sencilla de los que queman.
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Cántame borracho, róbame a tus sueños,
sosegame el vino, antes que me salga un dueño.
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Que me moje el vino que viene lento,
que me nombre el hombre que está contento,
que se saque todo el dolor de adentro.

miércoles, 10 de febrero de 2010

LA CASA QUE ES Y QUE NO FUE

El Museo obtuvo hace algunos años la copia del plano de una casa de calle Vélez Sársfield.
Yendo a las oficinas municipales pudo accederse a otra copia del original en tela, ya desaparecido. La propiedad estaba a nombre de Domingo Rezoagli, y aún es de la familia. Todos los Rezoagli – Resuagli o Rezzoagli - del barrio Refinería eran parientes, y provenían del mismo pueblo de Italia, Torio, limite con Liguria y Emilia Romana, lo mismo que los Negri, otra familia tradicional del barrio, con la que formaron algunos matrimonios. Según una entrevista realizada a Antonio Negri, vecino de calle Vélez Sársfiueld, el apellido proviene de Resuaglio, un pueblo cercano a Torio, de donde se supone proviene la familia original, que luego se mudó lentamente de localidad por sucesivos casamientos con los Negri.
En Migraciones alguien les robó a algunos una “z”, y se dividieron como propietarios. Los Rezzoagli poseyeron varias propiedades. Varias propedades de calle Iriondo estaban a nombre de esta familia, ocupando casi toda la manzana. Uno de ellos fue farmacéutico, en calle Iriondo. Luis Rezzoagli tenía una propiedad en calle Gorriti, y Domingo otra en Vélez Sársfield.
Tal vez Domingo no sabía leer, por lo que el plano está firmado por Antonio, quizás su hijo.
Esta casa, cuyo proyecto está firmado por Francisco Scubla, es de 1912 y estaba pensada para un lote de 10 metros de frente por 20 de largo.
El constructor firmó por él, sin representante técnico. Llama la atención su logotipo, un hexágono que reproducimos al lado.
La casa corresponde, de acuerdo a la documentación, a la ubicada en calle Vélez Sársfield 231.
la casa de al lado, posee un letrero JR, similar al LR de calle Gorritoi, seguramente ambas fueron propiedad de integrantes de la familia Rezzoagli o Rezoagli.
Pero volvamos al plano. 
La disposición de las habitaciones es clásica: Sala y estudio al frente, tres habitaciones en hilera, comunicadas por dentro, con salida individual al patio. Sobre la medianera este, la cocina, aislada del resto de la casa. El rincón que queda entre la última pieza y el tapial del fondo fue utilizado para poner una ducha y el inodoro o W.C.
Este tipo de disposición era habitual, pero “extraña” para nosotros.
No posee comedor, por lo que tal vez alguna de las habitaciones lo era. O tal vez la sala se utilizaba para ello.
Para ir de una habitación a la otra, debe pasarse por la intimidad del que ocupa una de ellas. Ni hablar de ir al baño sin mojarse cuando llueve. Por ello, en el menaje había jarras, palanganas y tazas de noche que, ocultas debajo de la cama, servían para las necesidades nocturnas.
Scubla dibujó hasta el pozo absorbente o “pozo negro” de 1,20 m. de diámetro, donde iba a parar las aguas servidas. No es un aljibe, porque hibiese debidoe star en el patio, lejos de las "aguas negras".
La fachada es neoclásica, afrancesada, muy al estilo de las casas del centro.
A la puerta central, ennoblecida por un pórtico y dos plafones con laureles, Scubla la imaginaba rematada con un florón. Guirnaldas de laureles encuadraban las ventanas de las salas del frente y pequeñas ménsulas le daban terminación a las cornisas.
Toda la fachada está decorada con líneas hendidas o “buñas” que le dan, lejanamente, a la casa un aspecto de “construida con piedras”.
Todo inútilmente. Una lástima, pero la casa no se hizo.
En su lugar, hay una casa idéntica distribución, pero mucho más simple.
Se eliminaron las guirnaldas y en su lugar sobrios moldurones, como cejas, protegen las ventanas. El pórtico de entrada ha quedado, pero sin los llamativos plafones.
Del interior, y por una foto aérea, podemos ver que se ha mantenido la disposición lineal, el “chorizo” de habitaciones.
La cocina se ubicó en el rincón de la medianera y el tapial del fondo. Se ha hecho una subdivisión, y la casa posee ahora más de una entrada. Una de las ventanas se ha tapiado recientemente, tal vez para poder instalar allí un negocio.
¿Por qué no se habrá construido la casa, tal cual está en el plano de 1912?
Una de las causas es probablemente económica; el costo de las decoraciones tal vez se haya visto como superfluo, limitándose a una fachada simple, con las líneas o buñas decorativas y las cornisas y barandas de la terraza apenas decoradas.
Pero podemos extraer de este caso una enseñanza interesante.
No siempre los documentos dicen la verdad.
La creencia habitual es que los papeles antiguos son verdades incontrastables, realidades que lo son por el simple hecho de ser viejas.
En este caso, el documento no es falso, simplemente no se ajusta a la realidad.
Esto nos hace reflexionar si los objetos del museo no poseen a veces esa cualidad, la de simplemente ser un pasaje a la investigación y no tanto a una poco humilde “verdad absoluta”.
La adoración de los papeles viejos, por el simple hecho de ser tales (papeles y viejos) no necesariamente lleva a “descubrir” hechos reales.
Antes bien, el análisis de los mismos nos lleva a su crítica, o sea, a la Historia.
Otro comportamiento es simplemente nostalgia. Y ese es un camino diferente.

viernes, 5 de febrero de 2010

LA CASA CHORIZO

Una forma habitual de casa a principios del siglo XX era llamada casa chorizo. Esta denominación respondía a que las habitaciones estaban “atadas” unas a otras, como chorizos en una ristra.
En el barrio quedan unas doce, que se caracterizan por tener altos tapiales que cierran un patio, con las habitaciones "mirando" a una galería interior. esquemáticamente, las habitaciones están alineadas, y se comunican internamente por puertas, que forman una circulación interna pasando por las piezas. Al final suele estar la habitación mayor. Cerrando el patio, la cocina está "atravesada", dejando un corredor hacia "el fondo", donde solía haber un gallinero y estaba el baño, ya sobre el tapial divisiorio. En algunas de ellas hay un pequeño jardín que separa la habitación dle frente de la calle, impidiendo las miradas. En otras, hay una ventana que da directamente a la vereda, esa habitación se llamaba "la sala", y rara vez era usada, excepto cuando había visitas. Allí iba lo mejor de la casa.
Quedan dos o tres casas, muy humildes y de chapa, pero con el mismo criterio de distribución.
Su origen (como forma de construir) es incierto, y existen varias teorías al respecto.
Algunos arquitectos pretenden que es el resultado de modificar la casa colonial o criolla, de patio central y habitaciones periféricas, partiéndola al medio a lo largo. Así se forman dos filas de habitaciones: cada una sería una casa chorizo familiar.
Otros arquitectos le adjudican un origen aún más antiguo, el de casa “pompeyana” y “romana” que diera origen a la de patios alineados a lo largo de un eje a lo largo del terreno, la casa chorizo resultaría de la partición antes sugerida.
Para los arquitectos Ramón Gutiérrez y Patricia Méndez, "Las variantes residenciales construidas fueron por un lado las llamadas "casas chorizo" emergentes de la fragmentación de la vivienda de patio, divida en su eje por el nuevo loteo..." (ver Italianos en la Argentina, su aporte a nuestra Arquitectura, en Summa Nº 74: http://www.summamas.com/74b.htm)
Otros investigadores suponen que el origen no depende de esas manipulaciones.
Este tipo de casa ya existiría en la época colonial, aunque prevalecía el concepto de patio central, y luego un muro separó en dos casas chorizo la vieja casa virreinal.
Otros más le adjudican el modelo a la inmigración andaluza, la cual habría traído el modelo de casa con patio, y que por cuestiones de forma del terreno (que en la ciudad es escaso) derivó a la casa chorizo.
Finalmente, para otros es la inmigración italiana la que trae el modelo. éste sería una adaptación de la villa urbana o semirural italiana a los terrenos urbanos argentinos entre medianeras y por ende, más angostos.
Sería la "respuesta italiana" al lote, según esta perspectiva.
Daniel Schavelzon, arquitecto y arqueólogo porteño, (ver http://www.danielschavelzon.com.ar)en su estudio de la casa familiar porteña, deja abierto el debate sobre el origen: “si podemos suponer que hay un proceso de adición a partir de un ambiente y un zaguán lateral, este sistema sigue la medianera como apoyo de sus unidades; esto implica un estudio más profundo de la evolución de la parcela urbana, el lote, que en los inicios del siglo XIX posiblemente se institucionalice en los tradicionales 8,66 metros. ¿Cuál es la relación de ese sistema de crecimiento con la casa romana, si siquiera lo hay?, ¿acaso siquiera existía en la mente de los pobladores ese modelo como el final del crecimiento de su casa? (…) la relación entre estos tipos y la casa chorizo es también un tema abierto a consideración".
Más allá del origen, nuestro cometido es ver el porqué de esta forma de disponer las “piezas”.
Por los ejemplos del barrio, podemos ver algunas particularidades:
 PARTICULARIDADES ARQUITECTONICAS
 La mayoría no poseen “firma de autor”, por lo que fueron posiblemente construidas por albañiles o constructores empíricos. Esto no implica que la casa chorizo sea una casa exclusivamente obrera, emergente o pobre.
La habitación "promedio" es de 4,50 x 4,50 m. , con un techo bastante alto, más de 3 metros, llegando hasta 5 metros.
Techos de bovedilla (rieles y ladrillos) o de chapa con tirantes de pinotea. A veces una combinación de ambos, con cielorraso de ladrillos y alfajías y techos de chapa.
La pieza (a veces son dos) del frente suele ser, aunque no siempre, más alta que la del resto de la casa. Cuando hay dos piezas al frente se deja una prolongación cerrada de la galería, separando ambas. Es el zaguán.
La casa chorizo posee un galería a lo largo de todas las habitaciones. Hay dos tipos de galería: una, adicionada, generalmente de cubierta de chapa. Otra, alta, es la prolongación hacia el patio del techo de las piezas, formando así un alero.
En casi todas, hay un tapial que cierra la vista hacia el patio desde la calle.
Hay dos tipos de relación con la calle: directa, por medio de la fachada de la primer pieza (la sala), o dejando al frente un jardín o patio mínimo, detrás del tapial.
Aquí debajo dibujamos el plano de una casa chorizo "ideal", con patio al frente y fondo con gallinero. Aunque está basado en varias casas reales, lamentablemente algunas ya fueron demolidas. 
Trataremos de dar noción de los factores materiales que dieron por resultado una elección constructiva. Estos serían, a nuestro juicio:
CAUSAS MATERIALES
Un terreno largo y estrecho, basado en el ancho standard de 10 varas, o sea 8, 66 mts. y profundidad variable, como forma de división urbana de la tierra a partir de 1860-70, producto de la microdivisión de las lonjas.
Creemos que los materiales disponibles escasos, como ladrillos y rieles, predisponían a un uso definido y económico de los mismos: rieles de 6 metros -sin cortar, pues no habría cómo- permitían galerías de 1 metro y piezas de 4,5 metros; la cantidad de ladrillos disminuía al compartir tabiques; los tirantes de 4 metros daban para piezas de 3 metros, etcétera. Abona esta creencia el hecho que las construcciones especulativas, los conventillos, usaron este modelo en forma casi idéntica, adicionando piezas y ahorrando materiales. Las piezas de casas unifamiliares no superan las cinco en hilera. 
Las formas también se decoran. Aparece una tendencia aplicar molduras en las cornisas y rejas en las puertas de acceso, éstas casi siempre de chapa gruesa. Las decoraciones suelen ser simples.
Veremos ahora el contexto de la casa.
La disposición de las habitaciones (más que un origen profundo, muy discutible) posee una causa electiva, una razón de ser elegida. Un origen colonial o de la antigua Roma -por ejemplo- es para nosotros "escasamente consciente". Hay para nosotros causas socioeconómicas, que condicionaron las elecciones constructivas. Veamos algunas de éstas según nuestra opinión:
CAUSAS SOCIOECONOMICAS
El modelo económico capitalista influenciaba: las mejoras de la familia eran graduales, basadas en el trabajo, primero a destajo, luego asalariado en forma esporádica o cuentapropistas. El progreso es materialmente representable.
Se suponía que el trabajo era una esperanza, un devenir. Como decía el diario Juan Alsina, en su folleto "El Obrero en la Argentina" de 1905: "el obrero tiene que rechazar la ilusión del cambio rápido de fortuna (...) y del bienestar logrado sin esfuerzo". Compárese con los capitalistas como Tornquist o Arijón, que crearon sus fortunas en pocos años... sólo la gente de dinero podía hacer "un rápido cambio de fortuna", en base a la política o la agenda. El obrero no.
Luego del empleo duro y precario devino un deseo de estabilidad, con un trabajo normalizado, o bien un trabajo estatal, en general ferroviario. Hay una noción de "progreso esperado" por parte de las clases populares.
Con el inicio de la industrialización y la urbanización progresiva, vino el desarrollo de una clase media; los hijos debían ser planificados, y con ellos la casa. La casa chorizo permitía agregar de a una las habitaciones a medida que llegaban los niños. Al limitarse luego la cantidad de hijos por decisión familiar, hacia los años 50 se cambió el modelo por el de “casa cajón”, la habitual vivienda de dos dormitorios, con un baño entre ambos. Fue el fin de la casa chorizo, cambiada por otra controlada, rigurosa, con un "final previsto".
Una familia con fuerte presencia paterna o al menos de la autoridad familiar (madre o padre) que puede pasar por todas las habitaciones, hasta llegar a la propia, ubicada generalmente al fondo de toda la serie de piezas. En esto se repite la idea de autoridad omnisciente, que va desde la policía hasta los políticos, doctores, militares, etcétera, todos paternalistas y poderosos.
Fuerte desvinculación doméstica de lo público con lo privado, que queda “detrás del tapial”. Esto implica un abroquelamiento de lo privado. Las puertas de acceso desde la calle son siempre ciegas, angostas, y se reducen las ventanas a la calle, cubriéndolas con cortinas, postigos, y celosías, muchas veces con todos ellos. El jardincito de algunas casas distancia aún más la vivienda de la calle. Aclaremos que no implica una falta de vida pública, sino límites definidos a la interacción de las  esferas: doméstica y comunitaria.
Aparece la noción de “casa limpia” o “higiénica”, dando importancia a la ventilación y la ubicación de baños y cocina, de acuerdo al higienismo de la época. Los servicios –la cocina y el "excusado"- están con frecuencia alejados de las habitaciones, esto obliga a usar los locales de forma algo programada. Ir al "excusado, al baño, está regulado por la incomodidad de la lejanía.
Las molduras, decoraciones y rejas le dan una individualidad precisa e irrepetible a la casa. Es la “casa de la Familia Tal" o “lo de los Fulano”, "la casita de rejas verdes" o "la del tapial rosa".
Aparecen jerarquías de uso. Por ejemplo, en algunas casas que presentan salas al frente, se reservaba una para lo mejor del menaje, “la sala”. Esto trasluce que hay cosas “mejores” y “peores” en los bienes de la familia, y que pude haber cierta vinculación social a través de ellos. Surge una “imagen” de la familia mediatizada por los objetos, que puede ser presentada ante los demás. La habitación de los padres (a veces) suele ser la más cercana a la cocina, a fin de controlar lo que allí se hace (economato). A veces es la cocina misma la que "ejerce el control", mediante un comedor que sirve de hall común.
La casa chorizo - como hipótesis- es el resultado material de elecciones voluntarias, basadas en las formas culturales de las familias y constructores. Sobre todo es resultado de un contexto social, económico y familiar que hacen de la casa chorizo no una simple adaptación a los formatos urbanísticos o de modelos europeos, sino también un modo de vida. Que poco o nada en común tenía con la vida colonial, o de la Pompeya italiana.
Tampoco creemos que esta forma sea la única adoptada de vivenda unifamiliar. Otros formatos eran el "departamento" o "casa de pasillo", y las más complejas que aunaban un comercio o industria, junto con la vivienda del dueño.
Luego están los formatos mixtos, numéricamente los más abundantes. Todas estas formas fueron (y son ) válidas como maneras de apropiarse del espacio para desarrollar la vida familiar y comunitaria.
No son necesariamente "modelos" heredados de lejanas épocas.Lo que sí puede ser considerado un modelo cultural “heredado” son el conjunto de valores europeo: la familia nuclear, la necesidad de resguardar y aún aislar férreamente lo privado de lo público –el barrio, "el que dirán", las peleas, los chismes-, la forma de esa familia y sus jerarquías internas, su crecimiento, el ingreso del dinero regular como “desiderátum”, etcétera.
Más allá de orígenes oscuros, la casa chorizo fue una elección motivada por el contexto económico y social.
La gente eligió esa forma de casa, no desde un modelo “académico”, sino como un producto. Un objeto útil, material y simbólicamente representativo de su forma de vida, y sobre todo económicamente viable.
O sea: tal vez los vecinos no disponían de otras opciones, y construían simplemente…lo que les era útil, necesario y posible. Como ahora.