LA HISTORIA NO ES EL PASADO, PORQUE TRANSCURRE HOY .
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domingo, 7 de noviembre de 2010

CANILLITA

Vendemos los diarios/ en esta ciudad, /por calles y plazas, /boliches y bares. / La Nación, La Prensa / Patria y Standart. / Se venden lo mismo/ que si fuera pan./ Llevamos nosotros/ la curiosidad.
Estos breves versos de Florencio Sánchez, quedaron para siempre. Los diarios han desaparecido, pero los canillitas quedan.
En 1968, a un tal Manuel Bilbao, director de La República de Buenos Aires, se le ocurrió vender los diarios en la calle. Antes se vendían por suscripción, es decir, por correo. El vendedor era más barato que las estampillas y le daba cierta publicidad al diario, que el correo no proporcionaba.
Con los años se vio que el vendedor adulto era más caro que los chicos. Por una costumbre muy arraigada, el precio del salario infantil era mucho menor que el de un adulto. Se consideraba a los niños adultos en miniatura, y por lo tanto, el salario debía corresponderse con esa "realidad".
La palabra canillita todavía no existía. Es más, el “pibe vendedor de diarios” era eso: un pibe vendedor de diarios. En Estados Unidos se los denominaba newboy, porque el chico comentaba brevemente las noticias que salían en primera plana. Sus edades iban de los 5 hasta los 15 o 16, con un promedio de 10 años. Las fotos los muestran con cierta frecuencia, ya que aparentemente que eran numerosos. Una vieja foto borrosa de 1911 los muestra con motivo de una "revuelta", en otra, frente a la Municipalidad, suman unos diez o doce para repartir diarios en el centro.
Las crónicas los describen muy mal hablados, charlando en lunfardo, y las fotos siempre los muestran de pantalón corto a la rodilla, sujetos con cinturón, tiradores, sogas o piolines. A veces descalzos, usan camisa y excepcionalmente un saco. Los diarios, ayer como hoy, se llevaban en un sobre de cuero abierto, colgando de una correa del hombro izquierdo.
Florencio Sánchez escribió su obra Canillita En Rosario, en 1902. Se estrenó en La Comedia el 1º de octubre.En ese año la ciudad estaba convulsionada por las huelgas, y no faltaron los muertos. Sicarios armados desarticulaban las huelgas o, como en un caso extremo, trataron de eliminar la dueño de un diario progresista en materia social. Los protagonistas de estos hechos rara vez iban desarmados, y las cuestiones sindicales terminaban con la aparición del ejército.
Preocupado por la “cuestión social”, la obra de teatro Canillita –la primera de Sánchez- narra las vicisitudes de un vendedor de diarios que trabaja para mantener a sus padres. Originalmente se iba a llamar ¡Ladrones!, pero Sánchez la reformuló y el nombre del protagonista quedó. Es el sobrenombre de un chico de unos 15, de piernas (canillas) flacas de gran caminador.

"Soy Canillita, /
gran personaje, / con poca guita / y muy mal traje; / sigo travieso, desfachatado, / chusco y travieso, / gran descarado; soy embustero, soy vivaracho, / y aunque cuentero / no mal muchacho"

Sánchez debió ver en vivo y en directo lo que narró, y Canillita habla en su lenguaje de adulto precoz, y sin remilgos por el trato que da la calle:

“¡Como era domingo y no había diario, nos juntamos con Chumbo, el Pulga, la Pelada, Gorrita y una punta más!... Güeno, ahí nos juntamos con otra patota y agarramos pa los diques que se iba un vapor pa Uropa... ¡Qué lindo ché!... El tanaje así amontonao, mujeres, pebetes, gringos, viejos... ingleses, baúles, loros... ¡qué sé yo! ¡Vieras qué risa!... El Poroto que es un desalmao, empezó a titear a un tano viejo que se llevaba como veinte cotorras pa´ la familia en una jaula y el gringo a estrilar!”
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La obra, sin embargo, no es del todo ligera o risueña, antes bien es una denuncia sobre el maltrato, y no falta una puñalada final que resuelve el drama.
La obra “pegó”, ya que es una síntesis de la vida de las clases populares, y en simetría con La Gente Honesta, una crítica a la burguesía rosarina, componen un conjunto que trata de ser una descripción integral. Esta última obra, al tratar de ser representada, fue prohibida – policía mediante- por la intendencia de Luis Lamas. Sánchez fue muy maltratado, y algunos dicen que hasta torturado por la “policía brava”, esto es, a la orden del poder político.
Lamentablemente, Florencio Sánchez murió muy joven, en Italia, apenas ocho años después, un 7 de noviembre de 1910.
Con Juan B. Justo y Enrique Dickmann había recorrido Refinería, viendo el estado calamitoso de las clases más pobres, canillitas incluidos. Pasó algo más de un año en Rosario, y tuvo tiempo para ser periodista, activista social y dramaturgo. Por ello desde 1947, el 7 de noviembre se denomina Día del Canillita, nombre que se extendió a todo un oficio romántico, pero peligroso y mal pago. Se cumplen 100 años de su muerte.En las limitadas posibilidades que le daba el teatro, Sánchez consiguió que el personaje siguiera vivo, denunciando las miserias cotidianas de los humildes.
No es poco.

1 comentario:

juan miguel dijo...

Yo fui canilllita de pibe, y para mi fue un orgullo ser un trabajador del diario, festejo el 7de nobiembre siemrpe.
Juan Miguel