Luego de algún tiempo de no acceder al blog, por cuestiones técnicas de la página, reanudamos el trabajo de investigación y recopilación del patrimonio oral.
Para recomenzar, hemos elegido un texto enviado por Edgardo Landaluce donde cuenta sus memorias del carnaval.
Agradecemos a "Poroto" por sus bienvenidas historias, y aprovechamos para pedirle disculpas por la demora.
Volviendo a las historias , recuerdos de mi barrio, vino a mi aquellos días de carnavales allá por finales
de los 50 principio de los 60 y un poquito más.
Eran los días del carnaval una diversión,
donde todo el barrio de alguna u otra manera recordaba, a dichos de ciertas
personas, esas fiestas paganas, para otros, solo era un momento de diversión ,
donde se juntaban principalmente los chicos con sus tachitos de leche “Nido”, o
latas de aceite “Patito” , algún balde o simplemente una vasija plástica donde
juntar agua para mojar al principio al genero opuesto, después de transcurrido
un tiempo, a cualquiera que se le cruzara en el camino.
Para que los chicos no se pelearan en una
canilla para cargar primero su tacho, en algunas casas se ponía un fuentón
grande de zinc; marca “Jaguar”, se iba llenando con una manguera , de allí se
sacaba el agua para su tachito. Pero no eran solamente los chicos , también las
madres, los abuelos, o sea casi todos los vecinos de la cuadra y la cuadra
siguiente.
Recuerdo que la casa de mi abuelo , la
primera de un largo terreno, tenia una terraza
que daba a la calle y al pasillo de entrada de las otras casas de atrás,
en ella se juntaban varios vecino, en esa terraza, juntaban tachos y fuentones
con agua, luego otros abajo trataban de meter
a las vecinas al pasillo, pues la corrían para mojarlas por la calle, ellas se metían al pasillo para resguardarse y
cargar agua en sus tachos, en ese momento al entrar las acorralaban , desde
arriba era un vendaval de agua que les caía encima, no podían salir porque en
la entrada se paraba un hombre con una manguera en mano y también las mojaba.
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Una vez terminado el juego con agua , que casi
siempre era a la hora de la siesta, las chicas y los muchachos se encaminaban
hacia el club Alba Roja, el que estaba casi al fondo del terreno de mi abuelo,
esas chicas y chicos venían a preparar el club para el baile nocturno, acomodar las sillas, limpiar el piso, poner
el toldo, pues la pista era al aire libre, no era un salón, era un patio interno, solo había
un baño con puerta de vidrio repartido y una claraboya ovalada dividida en cuatro vidrios, también había un viejo
pileton de material que se usaba para poner la bebida, que luego se vendía para recaudar fondos para
el club.
Les
cuento también que la música era con disco de pasta y la bendita púa de metal
que siempre se rompía o se gastaba en medio del baile, había que parar para
cambiarla , el tocadiscos, así se llamaba el aparato para reproducir la música,
cuya cubierta era de madera, algo
rustico, hecho por un carpintero vecino expresamente para el club, al igual que
los parlantes.
Bien avanzada la tarde, antes del baile
se jugaba con un pomo de goma, recuerdo uno de dos colores, el cuerpo rosa y la
tapa amarilla, se podía llenar apretándolo completamente e introducirlo en un
balde con agua dejándolo que se infle
entrando el agua a través del agujerito de donde después salía el agua a
chorros, cuando lo apretabas, o sacarle la tapa tipo tetina, puesta a presión y
llenarlo en la canilla directamente.
Luego empezaron a aparecer los pomos
plásticos con figuras de los superhéroes de esos tiempos, también figuras de
animales, todo servia para divertirse en ese momento.
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A fines del 60 y principio de los 70 en los bailes, el pomo fue reemplazado por un sachet de plástico, de dimensiones más chicas que los de plomo, llenos también con agua perfumada, eran más fácil de fabricar, no tenían tapa, solo había que perforarlo y a jugar.
En mi recuerdo no me puedo olvidar de los
desfiles de murgas, comparsas, mascaritas sueltas, en la avenida Alberdi, que
en tiempo de carnavales se engalanaba con sus luces y música .
Otro momento que me viene a la memoria ,
pero que salía de nuestro barrio, era
que por ese tiempo, para los carnavales, cuando uno pasaba por la estación de trenes Rosario Norte en la vereda de
enfrente se veía paseando al poeta Aragón, pero vestido con un traje largo, con
capa, color rojo con flecos, guardas, color amarillo como si fuera un rey, portaba un bastón de
mando; en su cabeza, una corona: le decían el Rey Momo.
Los
tiempos fueron cambiando, o nosotros fuimos cambiando, ya el barrio dejo de
jugar al carnaval, solo los chicos se divertían por esos días con el agua , por
la tarde eran ellos mismos los que se disfrazaban y salían a la calle a
recorrer el barrio.
Espero que esta historia los lleve a esos
años, donde había tiempo para todo, reunirse, trabajar , divertirse, perder tiempo con tu vecino
hablando, los chicos jugando a la bolita, las chicas a la muñeca , las
figuritas o simplemente a la arrimadita con una piedra, tan simple como eso,
vivir el tiempo, la vida ; no se si
fueron tiempos mejores o peores, eran otros tiempos, esto es una forma de poder
volver a vivir nuestras vida en ese
barrio.
Edgardo “Poroto “ Landaluce
08/2012
2 comentarios:
Muy bueno.
Gracias Edgardo por esos hermosos recuerdos. La vida nos llevó a un mismo destino. Celebro habernos encontrado. Me remonto a mi querido barrio.
Adriana Salanitro
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