LA HISTORIA NO ES EL PASADO, PORQUE TRANSCURRE HOY .
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lunes, 20 de enero de 2025

EVOLUCIÓN

 

Al ver las antiguas fotos de la Refinería Argentina, puede verse una evolución arquitectónica.

Algo que puede verse inmediatamente es que el edificio “clásico” no fue el primero.

La empresa primero construyó una primera nave, con una chimenea y la casa de la administración, hacia el norte del predio. Y un galpón más pequeño, probablemente un depósito vinculado al muelle y al ferrocarril.
Con la “donación” de calle Gorriti al 200, aproximadamente en 1905, a los ferrocarriles que abastecían a la fábrica, se comenzó a edificar la construcción que puede verse hoy.

Pero la Refinería no se detuvo en su evolución edilicia.

Como evidencia de su expansión, la fábrica de azúcar pasó de tener una sola chimenea inicial, dos en 1910, 3 en 1915 y 4 chimeneas en 1918. Otro indicador es la cantidad de obreros. Había comenzado con 600 trabajadores y llegó tener 1600.
Las ampliaciones se observan mejor desde el río, en base a varias fotos que perduran.
Aunque las construcciones parecen caóticas, es porque hay dos líneas: la este oeste, paralela a las calles y la de la barranca, que sigue una línea diagonal. 
 

Se observan galpones de todo tipo y tamaño, unificados por su arquitectura de ladrillo a la vista. Desgraciadamente, sus funciones se han perdido, ya que no se han hallado documentos sobre su necesidad.
Como se ve en la foto de abajo, esta arquitectura parece consistir en naves industriales, con medidas que van de 11 metros a más de 20 de largo. 
El orden se observa de modo muy diferente desde el río que en vista aérea.
Los edificios se dispusieron “a lo largo” del terreno, dejando dos calles longitudinales este-oeste para la circulación y dos grandes patios, al norte.

 


Intermedios, se colocaron otros edificios menores los adosados a las barrancas, probablemente eran para el manejo de cargas y descarga de los barcos y las todavía visibles grúas (cranes, winchs o “guinches”).
Los patios parecen haber tenido la función de recibir material a procesar primero y a partir de los años 30 –con al Maltería- estacionar camiones. De todos modos el depósito al aire libre fue el terreno adquirido c. 1915, sobre la calle Thedy-Caseros donde se acopiaba madera de quebracho para la extracción de tanino, un servicio prestado a La Forestal.
En resumen, la arquitectura de la Refinería pareció ser por completo racional, pero sujeta a la producción. A mayor producción, mayor superficie edificada, mayor producción, más edificios...


Ese incremento fue un error.
La forma “edematosa” de construir finalmente resultó perjudicial con una crisis azucarera en curso. 

En 1905, ya habían  cometido una equivocación fatal: llevar la producción de 65.000 a 110.000 toneladas, pensando que producir más era buena idea... mientras en Tucumán y Salta  se quemaban cañaverales para volver escasa el azúcar y así subir los precios del mercado. Produjeron un récord, más de 80 mil toneladas.Vendieron a precio bajísimo para poder "colocar" el producto casi a pérdida. Empezó la decadencia, que se intentó resolver con más inversión.

Pero en 1930, la crisis se repitió, aunque peor.
Las causas principales de esta crisis eran cinco:

- La crisis general del capitalismo, la famosa "Caída de Wall Street" de 1929.

 - Un sobrecultivo tucumano de caña y sobreproducción de azúcar, desde 1926. En ese año, Estados Unidos comenzó a refinar y Brasil planificó la producción azucarera en 1929. La competencia era creciente y la mayor cantidad de azúcar producida bajaba el precio del producto, internacionalmente también a la baja.

- Un incremento de los medios de producción (maquinas, instalaciones). Eso  agravaba el problema y los capitales fijos disminuían el capital dinerario, que podían ser aplicados en otros emprendimientos. 

- Una producción creciente y a bajo precio, no implicaba mayores ventas, porque el mercado era fijo. Cada centavo de azúcar contenía mucho de dinero de la inversiones, que no se recuperaba con la venta.

Frente a la crisis, se intentó una diversificación en subproductos: azucar medio refinada, melazas, bagazo, ginebra, alcohol, jarabes, tanino, vender servicios de refinado. La idea era aprovechar la capacidad instalada. Pero no bastaron para compensar la venta de azúcar a muy pocos centavos el kilogramo.
Todos experimentos fallidos, que consumieron capital dinerario adicional.
En 1930, acosada por las deudas y con una producción masiva que no pagaba los gastos, la Refinería redujo su personal de 1660 obreros a sólo 330. De refinar 23 mil toneladas en los comienzos, había llegado a un máximo de más de 84 mil toneladas en 1909.
En 1932 sólo produjo 600.

Tras un período de 2 años de reducción de stocks y austeridad empresarial, el ya inevitable cierre se produjo el 23 de octubre de 1932. Quedaban  en la calle sólo 20 operarios.
Luego de una década de abandono (entre 1930 y 1940 se demolieron dos chimeneas) en 1947 la Maltería Argentina compró las instalaciones, que al parecer resultaban apropiadas para el acopio de cebada para la fabricación de maltas para cervecería, proceso que requería de gran cantidad de agua para remojo del cereal y posterior tostado. Al ser innecesarias, la Maltería demolió las chimeneas restantes, probablemente al incluir la electricidad en el proceso.
Luego de la intervención peronista y un regreso fallido en los años 60, la Maltería Argentina también cerró, frente a la malta brasileña, mucho más barata, y sus cervezas, sobre todo Brahma, que costaba la mitad en el kiosco. 

En 2001, el predio histórico estaba por completo abandonado y en venta.
Sólo cabía el r
eciclado, como un gran contenedor “pintoresco” de viviendas de medio lujo. Para aumentar la cantidad de departamentos, el viejo edificio recibió un remate de chapa acanalada, de acuerdo a los gustos de la arquitectura actual.
Otras épocas.

En resumen, la arquitectura original de la Refinería Argentina de Azúcar fue tan racional como emergente, pero al estar atada a una producción que entró en decadencia, terminó siendo irracional en lo económico.
Era demasiado grande y costosa de mantener, para el escaso beneficio que producía.
Lo que en el habla popular puede denominarse un... elefante blanco.


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