El museo tiene una tarjeta que fue regalada a un peluquero del barrio Refinería, don Vicente Platanìa, por un amigo.
La tarjeta está doblada de manera tal que permite ver detrás de una cortina unas formas sutiles que se adivinan femeninas. Esa cortina sugiere que la mujer que se vislumbra está desnuda, y que abriendo la tarjeta se podrá contemplarla sin problemas.
La leyenda dice: “descorra la cortina y sepa el misterio del PELUQUERO”.
Al abrirla, se ve la “cruda” verdad: es un peluquero que afeita un hombre calvo.
Se alude a la trastienda de la peluquería, siempre vista como lugar misterioso y oculto, costumbre que aún perdura. La dedicatoria dice “Un cordial saludo desde Capilla del Monte. Fernández”. Y la imprenta: “Las Maravillas. M.R. Industria Argentina”
Este tipo de tarjeta era muy común en la época, con diferentes viñetas y temas, pero siempre aparecía la figura desnuda femenina como realidad a develar, como forma esperada.
La tarjeta está doblada de manera tal que permite ver detrás de una cortina unas formas sutiles que se adivinan femeninas. Esa cortina sugiere que la mujer que se vislumbra está desnuda, y que abriendo la tarjeta se podrá contemplarla sin problemas.
La leyenda dice: “descorra la cortina y sepa el misterio del PELUQUERO”.
Al abrirla, se ve la “cruda” verdad: es un peluquero que afeita un hombre calvo.
Se alude a la trastienda de la peluquería, siempre vista como lugar misterioso y oculto, costumbre que aún perdura. La dedicatoria dice “Un cordial saludo desde Capilla del Monte. Fernández”. Y la imprenta: “Las Maravillas. M.R. Industria Argentina”
Este tipo de tarjeta era muy común en la época, con diferentes viñetas y temas, pero siempre aparecía la figura desnuda femenina como realidad a develar, como forma esperada.
Estos objetos “picarescos” (signos de un acendrado machismo) son casi siempre masculinos, regalos entre amigos o tema central de alguna broma. En este caso es una tarjeta postal, que seguramente vino en un sobre que se ha perdido.
Dentro de esta gama podemos encuadrar los chascos, algunos objetos “sorpresa” y ciertas revistas específicas que, sin ofender, provocaban la sonrisa y, probablemente, alguna confidencia posterior entre amigos. Ingeniosamente, el dibujante armó la escena para que la gente “entrara”, y su dibujo recuerda bastante al dibujante rosarino “Calé”, famoso en Buenos Aires por su serie “Buenos Aires en camiseta”.
Después de ver la televisión de hoy en día, la picaresca de los años 50 nos parece cuanto menos…ingenua.
Dentro de esta gama podemos encuadrar los chascos, algunos objetos “sorpresa” y ciertas revistas específicas que, sin ofender, provocaban la sonrisa y, probablemente, alguna confidencia posterior entre amigos. Ingeniosamente, el dibujante armó la escena para que la gente “entrara”, y su dibujo recuerda bastante al dibujante rosarino “Calé”, famoso en Buenos Aires por su serie “Buenos Aires en camiseta”.
Después de ver la televisión de hoy en día, la picaresca de los años 50 nos parece cuanto menos…ingenua.
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