Corre 1901 y la situación económica es cada vez más tensa.
A los escasos salarios se le suma el alza imparable de los alquileres, la comida, el combustible, los cigarrillos… debe trabajar todo el que pueda en la familia: el padre, la madre y los chicos. La nonna se quedará en casa, lavando y cosiendo. En este marco socioeconómico, los ánimos en el barrio están levantiscos. El 20 de octubre, una multitud se reúne en el frente de la Refinería.
Delante de la fábrica, como se ve en la foto de al lado, habia un descampado. Unos mil se concentraron en ese predio, según Diego Abad de Santillán, en su libro "La F.O.R.A." . Otras fuentes hablan de doscientos.
La intenciòn era entregar un "pliego de condiciones" donde se decìa que de no haber mejoras salariales se iría a la huelga. Este pliego sería de puño y letra de Florencio Sànchez. Los ánimos estaban caldeados.
En esos tiempos agitados, la fábrica era un hervidero de nacionalidades. La Refinería Argentina de Azúcar, propiedad de Ernesto Tornquist, tenía en 1906 un 51% de mujeres extranjeras y un 70% de hombres inmigrantes trabajando en la planta, según el censo de 1900.
Las condiciones de trabajo eran extenuantes (más de 10 horas por día, seis días a la semana), los descuentos salariales eran frecuentes (por ejemplo, por llegar cinco minutos tarde) y se forzaba a la gente a trabajar a destajo en muchas de las actividades: por kilo, por bolsa, por atado…
Esta situación hizo que el 20 de octubre se suscitara una masiva protesta de trabajadores. Hablaban el mismo idioma: el de la pobreza y la explotación.
Si bien la situación debió ir tensándose con los días, ese 20 de octubre las cosas se pusieron al borde del estallido. No tardó en concurrir la policía.
El jefe político de Rosario era Octavio Grandoli (foto derecha). No existía el “intendente” como figura actual, sino que habia también habia un Jefe Político, elegido más o menos directamente por Santa Fe. Sus funciones eran las controlar políticamente al intendente ( y fundar el jockey Club) pero además estaba la de resguardar la seguridad , ejercer la censura y vigilar la moral, por lo que se arrogaba el comando de la policía.
En esos tiempos agitados, la fábrica era un hervidero de nacionalidades. La Refinería Argentina de Azúcar, propiedad de Ernesto Tornquist, tenía en 1906 un 51% de mujeres extranjeras y un 70% de hombres inmigrantes trabajando en la planta, según el censo de 1900.
Las condiciones de trabajo eran extenuantes (más de 10 horas por día, seis días a la semana), los descuentos salariales eran frecuentes (por ejemplo, por llegar cinco minutos tarde) y se forzaba a la gente a trabajar a destajo en muchas de las actividades: por kilo, por bolsa, por atado…
Esta situación hizo que el 20 de octubre se suscitara una masiva protesta de trabajadores. Hablaban el mismo idioma: el de la pobreza y la explotación.
Si bien la situación debió ir tensándose con los días, ese 20 de octubre las cosas se pusieron al borde del estallido. No tardó en concurrir la policía.
El jefe político de Rosario era Octavio Grandoli (foto derecha). No existía el “intendente” como figura actual, sino que habia también habia un Jefe Político, elegido más o menos directamente por Santa Fe. Sus funciones eran las controlar políticamente al intendente ( y fundar el jockey Club) pero además estaba la de resguardar la seguridad , ejercer la censura y vigilar la moral, por lo que se arrogaba el comando de la policía.
En ese momento el intendente era Luis Lamas, creador del Parque de la Independencia.
A las órdenes de Grandoli estaba el encargado de los efectivos –creemos que ese era su cargo- un tal Mazza, que oficiaba de segundo oficial en el lugar. Grandoli se habìa ofrecido de mediador, pero al ver a la multitud reunida, creyó identificar a tres militantes anarquistas. Inmediatamente ordena su arresto -era jefe de los "chafes" - con la subsiguiente resistencia. Aparentemente, a un movimiento de la multitud enfurecida los policías respondieron a sablazos, y se produjo un desbande. Deolindio Muñoz, en el diario el Municipio, culpa directamente a la policiía de provocar a la multitud.
Cosme Budislavich era un obrero austriaco, joven, de 34 años. Hacía dos años que trabajaba en la fábrica. En el desbande, Cosme corrió hacia lo que hoy es Bulevar avellaneda, dicen los vecinos que saltando el alambrado de las vías, cruzando una quinta cercana. Se escucha un disparo, y Cosme Budislavich, obrero azucarero de 34 años, cae con la nuca perforada por el pesado revolver de un policía, cerca del conventillo conocido como "El Atrevido".
A las órdenes de Grandoli estaba el encargado de los efectivos –creemos que ese era su cargo- un tal Mazza, que oficiaba de segundo oficial en el lugar. Grandoli se habìa ofrecido de mediador, pero al ver a la multitud reunida, creyó identificar a tres militantes anarquistas. Inmediatamente ordena su arresto -era jefe de los "chafes" - con la subsiguiente resistencia. Aparentemente, a un movimiento de la multitud enfurecida los policías respondieron a sablazos, y se produjo un desbande. Deolindio Muñoz, en el diario el Municipio, culpa directamente a la policiía de provocar a la multitud.
Cosme Budislavich era un obrero austriaco, joven, de 34 años. Hacía dos años que trabajaba en la fábrica. En el desbande, Cosme corrió hacia lo que hoy es Bulevar avellaneda, dicen los vecinos que saltando el alambrado de las vías, cruzando una quinta cercana. Se escucha un disparo, y Cosme Budislavich, obrero azucarero de 34 años, cae con la nuca perforada por el pesado revolver de un policía, cerca del conventillo conocido como "El Atrevido".
Habría caído en Iriondo y Vélez Sársfield, porque El Atrevido se ubicaba aproximadamente en esa esquina. Otra versiòn - menos consistente- da el lugar de la muerte sobre calle Gorriti, que es lo que ha quedado màs grabado en los vecinos. Se ignora el lugar real.
Budislavich fue la primera víctima de las luchas obreras del país.
Aparentemente, el tal Mazza fue el autor.
Aparentemente, el tal Mazza fue el autor.
De Grandoli no se supo nada, tal vez se fue rápidamente al comenzar la represión, era un hombre de prestigio, un político, y no podía ensuciarse en una refriega con obreros.
En el diario La Capital se trancribió el diálogo entre un policía y Mazza, en el cual éste se atribuía la muerte. El otro policía – anónimo- le dijo que había riesgo, porque los huelguistas estaban armados, y casi lo matan, que tiró y no sabía si había acertado. Mazza contestó, ufano, diciendo que él había disparado y acertado a uno…
Al día siguiente, un comunicado oficial describe a Budislavich como afiliado socialista e integrante, incluso vicepresidente, de la Casa del Pueblo. Muchos lo desmienten. Comenzaba la estrategia gubernamental, que después se hizo común, de culpar al muerto. "Algo habrà hecho".
Al día siguiente, un comunicado oficial describe a Budislavich como afiliado socialista e integrante, incluso vicepresidente, de la Casa del Pueblo. Muchos lo desmienten. Comenzaba la estrategia gubernamental, que después se hizo común, de culpar al muerto. "Algo habrà hecho".
Cosme tal vez no era más que un muchacho aterrorizado, que malamente comprendía el castellano, y se ganaba duramente la vida. No hizo más que correr en un descampado, y eso tal vez atrajo la bala fácil y fatal.
La muerte trajo dos actos públicos; el entierro, a pesar de la prohibición impuesta por Grandoli, y un acto obrero masivo repudiando los hechos, pero ya era tarde. Diez dìas despuès, Lisandro de la Torre y Carlos Pellegrini reclamaron ante el Senado de la Nación la intervención de Santa Fe para garantizar la legalidad de los inminetes comicios y acabar con la arbitrariedad policial.
La muerte trajo dos actos públicos; el entierro, a pesar de la prohibición impuesta por Grandoli, y un acto obrero masivo repudiando los hechos, pero ya era tarde. Diez dìas despuès, Lisandro de la Torre y Carlos Pellegrini reclamaron ante el Senado de la Nación la intervención de Santa Fe para garantizar la legalidad de los inminetes comicios y acabar con la arbitrariedad policial.
La muerte de Budislavich estuvo entre los fundamentos principales del pedido de intervención.
Se avecinaban tiempos más duros aún, con una ley en contra de los "maximalistas, anarquistas, àcratas y comunistas", redactada por el autor de Juvenilia, Miguel Canè: un amigo del dueño de la Refinería.
Ignoramos el lugar exacto del sepulcro de Cosme Budislavich.
La muerte de un obrero es un signo.
Si bien no hay muerte que sirva, que se justifique, la muerte de un obrero es significativa, dice algo más que el hecho salvaje y estúpido.
Si bien no hay muerte que sirva, que se justifique, la muerte de un obrero es significativa, dice algo más que el hecho salvaje y estúpido.
Se mata a un trabajador que se queja. No en vano, los militares que derrocaron gobiernos en el país dede 1930, mataron e hicieron desaparecer antes gremialistas que intelectuales. En el fondo, para el gobierno y los empresarios los obreros eran más peligrosos, porque poseen mucha experiencia y capacidad de rebelión, y sobre todo, sabían lograr la paralización económica. No se conoce que, oficial o extraoficialmente, la Refinería Argentina de Azúcar, o Ernesto Tornquist, hayan dicho una sola palabra del hecho… para ellos eran cosas de delincuentes. Y ellos probablemente hayan llamado a la policìa. No tolerarìan detener la producciòn.
Demasiado.
El lugar donde supuestamente cayó Budislavich lleva por Ordenanza Municipal N°7241 del año 2001 el nombre de Virginia Bolten, tal vez mucho más agradable, como símbolo y como recuerdo.
La Ordenanza Municipal 7349, del año siguiente, crea la Plaza Cosme Budislavich.
A ocho cuadras del lugar donde cayó muerto el obrero austríaco, hace ya 108 años.
La Ordenanza Municipal 7349, del año siguiente, crea la Plaza Cosme Budislavich.
A ocho cuadras del lugar donde cayó muerto el obrero austríaco, hace ya 108 años.
Él no alcanzó a correr tanto.
El cuadro de arriba se llama "Manifestación" y es de Antonio Berni, de 1934.
Se suele decir que el edificio del fondo es la Refinería Argentina. Si bien su forma y color son similares, nada asegura que sea el edificio histórico. Puede tratarse de una fábrica genérica, abstracta, universal... Interpretaciones artísticas aparte, es sugestiva la semejanza que le dio en su cuadro este artista rosarino, cuya militancia social es conocida. Según el periodista Fabián Scavuzzo: "Pocos recuerdan que Antonio Berni pintó en 1934 una de sus obras más importantes en el barrio Refinería. "Manifestación" (conocida también como Pan y Trabajo, por un cartel que se lee en la multitud, hoy en la Colección del Malba) representa una manifestación de trabajadores en el actual barrio Islas Malvinas (ex Refinería). La escena está situada en la actual Avenida Carballo, antes vías del ferrocarril, a sólo 50 o 100 metros de Puerto Norte. Al fondo se ve un emblemático edificio rojo, era la antigua refinería de azúcar que hoy forma parte de la Unidad Portuaria nº 2."( http://www.ensulaberinto.com.ar/2009/01/rosario-gigantes-y-pies-en-el-barro.html )
La obra, de gran formato, se exhibe actualmente en el MALBA, Buenos Aires.
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