El recorte está en el diario El Litoral, del 23 de octubre de 1932. En él, se anuncia el cierre definitivo de la Refinería, y el traslado de la maquinaria a Tucumán.
Qué momento.
En ese mismo año, el último ingenio de Tucumán que le quedaba como cliente, la Compañía Azucarera del Tucumán, declaraba que prescindía de los servicios de la gran fábrica. La empresa tucumana era del mismo holding empresarial que la Refinería. En síntesis: ya no había remedio.
La hiper tecnificación no había dado los resultados esperados. Como dice Donna Guy, hay “límites” a la industrialización, sobre todo en un mundo que entró en crisis capitalista, sequías y sobre producción alternadas, mercado nacional voluble y alta competencia. Se había intentado todo: diversificar, refinar azúcar extranjera, fabricar artículos derivados, exportar quebracho, pedir plata… Luego de varios años de malabarismos económicos, la fábrica ya no podía funcionar, y por varios motivos.
En ese mismo año, el último ingenio de Tucumán que le quedaba como cliente, la Compañía Azucarera del Tucumán, declaraba que prescindía de los servicios de la gran fábrica. La empresa tucumana era del mismo holding empresarial que la Refinería. En síntesis: ya no había remedio.
La hiper tecnificación no había dado los resultados esperados. Como dice Donna Guy, hay “límites” a la industrialización, sobre todo en un mundo que entró en crisis capitalista, sequías y sobre producción alternadas, mercado nacional voluble y alta competencia. Se había intentado todo: diversificar, refinar azúcar extranjera, fabricar artículos derivados, exportar quebracho, pedir plata… Luego de varios años de malabarismos económicos, la fábrica ya no podía funcionar, y por varios motivos.
Internamente, como destaca Guy, había un optimismo basado en la técnica que disimulaba los graves problemas de inserción industrial en el mercado; políticamente, se la veía como una empresa con voluntad de monopolio, sin haberlo podido ser nunca. El radicalismo la veía como un resto del viejo sistema oligárquico, la oligarquía nuncas tuvo demasiada simpatía por la industria...
La empresa había empezado con 660 obreros, llegando a miles. El recorte del diario detalla la cantidad de trabajadores, de 1600 en enero a 330 en octubre. La Refinería ya no pudo sobrevivir a sí misma, a su inadecuación al mercado y en medio de una crisis inevitable.
Luego del cierre, durante 15 años el desempleo se volverá tan común en el barrio, que la vecinal, en los años 40, pedirá a la Gobernación instalar alguna fábrica, para dar algún trabajo a los vecinos sin empleo.
Luego del cierre, durante 15 años el desempleo se volverá tan común en el barrio, que la vecinal, en los años 40, pedirá a la Gobernación instalar alguna fábrica, para dar algún trabajo a los vecinos sin empleo.
En el libro "Rosario y sus Vecinales", de 1997, Graciela Agnese, Liliana Brezzo y Mónica Martínez de Neirotti, narran esos hechos: "A principios de la década del 40 el barrio Refinería se conocía como una zona de gran miseria, con casas de juego y tolerancia (...) en 1944, se pidió al gobierno de la provincia que se estableciera alguna industria en la planta de la ex Refinería, para dar trabajo a los obreros desocupados, e incluso se llegó de la instalación de una fábrica de alcohol que no pudo concretarse, ya que una ordenanza municipal prohibió la instalación de fábricas de artículos inflamables dentro de la ciudad".
Resolver los problemas de la inicativa privada mediante el Estado... una vieja receta de la iniciativa empresarial. O sea: privatizar las ganacias y socializar las pérdidas.
Resolver los problemas de la inicativa privada mediante el Estado... una vieja receta de la iniciativa empresarial. O sea: privatizar las ganacias y socializar las pérdidas.
En el mismo libro, se cuenta de personas que habían ocupado un terreno propiedad de la Algodonera, y que fueran indeminizados con $200, por ser gente de condiciòn más que humilde. Varias gestiones en 1945 tratan de obtener facilidades para la construcción de casas baratas.
Algunos de los vecinos, los más afortunados, ya son cuentapropistas: vendedores ambulantes, comerciantes minoristas, poseen pequeños talleres. Otros trabajan en el ferrocarril, la Algodonera Argentina o en el centro de la ciudad.
Pero muchos, que vivían de los procesos y productos que pedía la Refinería, ya no podían suministrar la mercadería en el gran volumen que antes se pedía. Ya sean bolsas, o mano de obra. No había trabajo: así de simple.
Una larga noche histórica cae entonces sobre el barrio.
Los datos sobre ese período son escasos, y se sabe más de la época “dorada” de la Refinería, que de esos años grises entre 1932 y 1950. La misma Donna Guy mencionada, en su importante libro, se sube a esa historia clásica y la cuenta porque es, precisamente, una época dorada...
Las historias de ferroviarios, comerciantes, paseos por la avenida Alberdi, de los carnavales en los clubes, sobreviven, tal vez porque son amables, dulces, simpáticas.
Menos suerte tuvieron las menudas historias de pobreza, desesperanza, desocupación y marginaciòn que caracterizan esos años sin industria a gran escala, cuando todo un barrio no podía, ya, en la realidad, justificar su nombre original.
En 1948, un decreto municipal se lo cambia el nombre del barrio por "Islas Malvinas".
Algunos de los vecinos, los más afortunados, ya son cuentapropistas: vendedores ambulantes, comerciantes minoristas, poseen pequeños talleres. Otros trabajan en el ferrocarril, la Algodonera Argentina o en el centro de la ciudad.
Pero muchos, que vivían de los procesos y productos que pedía la Refinería, ya no podían suministrar la mercadería en el gran volumen que antes se pedía. Ya sean bolsas, o mano de obra. No había trabajo: así de simple.
Una larga noche histórica cae entonces sobre el barrio.
Los datos sobre ese período son escasos, y se sabe más de la época “dorada” de la Refinería, que de esos años grises entre 1932 y 1950. La misma Donna Guy mencionada, en su importante libro, se sube a esa historia clásica y la cuenta porque es, precisamente, una época dorada...
Las historias de ferroviarios, comerciantes, paseos por la avenida Alberdi, de los carnavales en los clubes, sobreviven, tal vez porque son amables, dulces, simpáticas.
Menos suerte tuvieron las menudas historias de pobreza, desesperanza, desocupación y marginaciòn que caracterizan esos años sin industria a gran escala, cuando todo un barrio no podía, ya, en la realidad, justificar su nombre original.
En 1948, un decreto municipal se lo cambia el nombre del barrio por "Islas Malvinas".
No hubo vecinos ni vecinalistas invitados al acto de inauguración. Todo un signo.
Para ver el artículo de Donna Guy:
http://www.unsam.edu.ar/escuelas/politica/centro_historia_politica/material/178.pdf
Para ver el artículo de Donna Guy:
http://www.unsam.edu.ar/escuelas/politica/centro_historia_politica/material/178.pdf
5 comentarios:
Falto decir que durante el gpobioerno del general Peron, se trataba de cambiar todos los nombresde plazas, calles, edificios, etcétera, no siempre por el nombre de Peron o Evita, sino por otros patrióticos o de militares ilustres. malvinas argentinas encajaría en este contexto.
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