LA HISTORIA NO ES EL PASADO, PORQUE TRANSCURRE HOY .
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miércoles, 25 de noviembre de 2009

LA REFINERIA DESPUES DE LA REFINERIA

Después del cierre de la Refinería en los años 30, un silencio historiográfico cae sobre el barrio.
No son abundantes los trabajos históricos sobre el Refinería después de 1930.
La “época dorada” de inmigrantes y las huelgas, de los conventillos y el higienismo estatal, tan cara a los historiadores rosarinos, había quedado atrás. En 1930 ya nadie quema casas de lata, ni se producen huelgas con asesinato de obreros.
La vieja fábrica de azúcar para la década del 30, tiene ya más de 40 años, y los tiempos del siglo XX corren rápido, las maquinarias se oxidan y se vuelven obsoletas.
La ex Refinería estaba abandonada.
Los vecinos en 1944 trataron, infructuosamente, de que el gobierno la pusiera en marcha mediante la producción de alcoholes, porque el barrio se había convertido en un lugar de desocupación.

Durante algunos años, las viejas máquinas del ingeniero Kessler permitieron la producción de tanino mediante el lixiviado de maderas de quebracho, proceso encargado por la Forestal, pero eso no duraría mucho. ( ver http://museorefineria.blogspot.com/2009/07/fernando-kessler-el-traidor.html )
La fábrica fue finalmente adquirida en 1947 por la firma SAFAC, la cual - además de cosechar y envasar yerba mate- fabricaba malta para la fabricación de sustitutos del café y que era además materia prima para la industria cervecera.

Esta empresa, famosa en la memoria popular por los aviones biplanos escribiendo "SAFAC" en el cielo con humo, pertenecía al grupo económico liderado por Otto Bemberg.
Este grupo o “trust” como se le llamaba a lo que ahora denominamos holdings, tenía una indudable vocación para la concentración del capital.
En 1910 el Grupo Bemberg logró el control de la Cervecera Palermo, que pertenecía al grupo Tornquist; la Cervecera Germania también fue controlada y luego “vaciada” por el grupo accionario, que pasaba así a dominar casi todo el mercado cervecero.
El grupo Bemberg poseía por ello una importante presencia en el barrio, ocupando gradualmente las fábricas y galpones, lo que produjo un verdadero polo fabril que representaba, localmente, el poderío que poseía a nivel nacional: inlcuia La Manufactura Algodonera Argentina, La Cervecería Quilmes, la Maltería Safac y la Cervecera Schlau completaban para la década del 40 el panorama de empresas “bembergianas”en Rosario.
Pero en 1937, una realidad político – económica diferente se iba perfilando – bajo las aguas turbias de la Década Infame- en la cosmopolita Buenos Aires.
Todo se inicia con una denuncia de un particular sobre los capitales extranjeros en el país, que por su carácter "foráneo", se suponía que evadían impuestos.
Este proceso incluía inevitablemente al Grupo Bemberg, por su condición de trust extranjero, con capitales sobre todo alemanes y franceses.
El trámite judicial se paralizó, lo que hizo que aumentaran las sospechas para la opinión pública. Esto dio un color especial al grupo Bemberg, convertido gradualmente en símbolo de ese tipo de comportamiento económico evasor.
Los dueños originales (Otto Bemberg y Josefina Elortondo) habían ya muerto, y la sucesión aún no se había efectuado, y una ley que parecía a medida de este caso sobre las sucesiones, promulgada por el presidente Ramón Castillo, agravó la imagen impopular del grupo, convertido ya en ejemplo de lo que significaba la palabra “infame” en lo económico.
Con la llegada del gobierno de la Revolución del 43, el asunto no fue tratado inmediatamente, pero con la política nacionalista de la época, el “caso Bemberg” – que resumía para la opinión pública el comportamiento del capital extranjero- salió a la luz de forma espectacular. Debemos recordar que la “Revolución del 43” y el posterior gobierno peronista propendían a castigar muchas veces los negociados (reales o no) del gobierno del presidente Ramón Castillo, al que consideraba “un viejito fraudulento”, capaz de todos los males, pero tendía a olvidar acciones favorables al estado como la creación – por ejemplo- de una flota mercante nacional.
Ya en agosto de 1944, una Comisión Investigadora eleva un informe donde consideraba a la organización Bemberg como “conjunto de sociedades anónimas estaba destinada a ocultar bienes”.
En 1946, Juan Domingo Perón asume la presidencia de un gobierno popular y sobre todo, reivindicatorio. En 1948, las investigaciones llevan a que les sea retirada la personería jurídica, lo que le vedaba el manejo de los bienes y con ello, abría la puerta a la nacionalización.
Ese mismo año, y como dato adicional, el gobierno nacional cambia la denominación del barrio por el de Malvinas Argentinas, lo que implicaba un nacionalismo popular que abarcaba múltiples aspectos simultáneos; lo económico y lo social; la gran empresa, la organización comunitaria y la vida cotidiana e individual.

Según recuerdan los vecinos más viejos, el barrio no era una realidad agradable.
Varios se arrepintieron de cambiar sus casas en zonas más céntricas, para adquirir propiedades baratas en Refinería, con un saldo favorable para construirse una vivienda mejor.
El barrio era oscuro, aislado, de calles angostas o cortadas y las numerosas fabricas lo entorpecían en su evolución. La clase obrera era numéricamente importante, y la gente no la consideraba aún favorablemente. El peronismo cambiaría completamente esa imagen de obrero como ciudadano marginal, por otra de digna laboriosidad.
Esta imagen se oponía, claro está, con la del capitalista ávido, astuto y explotador.
Volviendo a lo económico, luego de tratativas con el gobierno -ahora peronista- los herederos de Otto Bemberg se avienen a pagar la multa de 97 millones de pesos. Una fortuna para la época. La deuda era de más de 100 millones, que para dar una imagen, eran más del 50% de los bienes de SAFAC. El peronismo vio esto como un triunfo de lo nacional y popular sobre el capitalismo extranjero.
Además, una nueva denuncia por monopolio – prohibido por ley - se sumó a la anterior, ya resuelta judicialmente. El gobierno de Perón resuelve intervenir sobre el grupo aplicando la ley anti trusts. Muchas empresas, liquidadas por comisiones son adquiridas por empresarios argentinos, mientras Eduardo Bemberg, uno de los herederos más importantes, abandona el país.
Sin embargo, algunas de las empresas fueron adquiridas por miembros de la misma familia.

Esto hizo que se presentara un proyecto del ejecutivo, a fin de liquidar las empresas sin la figura de la quiebra, para poder ser adquiridas sin que fuese considerada una “confiscación”. La imagen fraudulenta de los Bemberg era tal, que la ley se votó en el parlamento, con los votos de la oposición radical inclusive, tal era la consideración que se tenía del grupo económico.
Mediante licitación pública, podían comprarse las empresas del grupo y el dinero obtenido, aplicado al pago de las deudas del grupo con el Estado Nacional.
El Estado Argentino finalmente se quedó con 9 empresas: Palermo, Bella Vista, Buenos Aires, Cervecería y Maltería Argentina, Estancias Santa Rosa, SAFAC, Manufactura Algodonera, Caja de Crédito Hipotecario y Compañia Industrial Olivícola, controladas por la flamante C.A.B.: Comisión Administradora de Bienes, creada al afecto, y que funcionaría como una empresa estatal.
La decisión en 1953 de adquirir las empresas significó el control público sobre la industria de la cerveza.

La C.A.B. luego incorporaría la Cervecería del Norte, la Maltería y Cervecería Los Andes, la Maltería y Cervecería Cuyo, la Cervecería Schlau, la Cervecería Santa Fe y la Cervecería Córdoba. Además de cerveza, incluía productos de consumo masivo como la famosa bebida Bilz, y la Kola Bilz, que tenía que competir con la también popular Coca-Cola.
Nacía en 1953 en el Barrio Refinería la Maltería Argentina, empresa estatal. Había sido una fábrica “a medias” puesto que supuestamente bajo el control de los Bemberg fabricaría malta y cebada fermentada, pero carecía de infraestructura para el almacenamiento. Cuando fue nacionalizada, estaba en vías de construcción una nueva planta, que nunca se concretó, y Palermo hegemonizó la producción de malta, que se suponía un sucedáneo "sano·" del café, y un alimento excelente para las madres durante la lactancia.
La administración de la C.A.B., mientras tanto, dejaba mucho que desear. Los gerentes no eran expertos, eran políticos o sindicalistas, o bien despedían a los directivos y técnicos que supuestamente estaban en connivencia con los antiguos dueños, independientemente de su eficacia en el manejo de la producción. Se repetía el "complejo del IAPI", donde las cuestiones políticas estaba a la orden del día, más allá de lo estrictamente técnico o empresarial.
La nacionalización entonces no tuvo el éxito esperado, ya que las empresas duramente pudieron subsistir.

A la vez dio pie a la oposición para considerarla una venganza del peronismo contra los patrones capitalistas, y en especial de Eva Perón contra los que denominaba “vendepatrias”.
El populismo de Perón era eficaz simbólicamente, pero no económicamente en este rubro: la falta de experiencia se sumaba a la extrema politización del manejo empresarial.
Sin embargo, el control del grupo permitió la creación de un sindicato cervecero fuerte y activo, sucesivas conquistas obreras en el gremio, y el comienzo operativo de cooperativas cerveceras como experimentos que harían eclosión en la década del 60 como alternativas empresariales colectivas. La imagen del obrero de principios del siglo XX, explotado y sumiso, se había reemplazado por otra con orgullo por el trabajo y la dignidad de un salario adecuado.

En el barrio se fue forjando una imagen trabajadora y esforzada del progreso, un voluntarismo social con mucho de fabril y de comunitario.
Surgen en la década de 1935 a 1955, la Vecinal y la Unidad Básica, la Biblioteca y la Escuela de Artes y Oficios. Ese período podemos considerarlo como un "hueco histórico" del barrio, puesto que no quedan demasiados datos.
Los militares que derrocaron a Perón en 1955 no devolvieron las empresas a los Bemberg, lo que pone de relieve la imagen negativa que el grupo aún tenía en el país. No eran populares, a pesar que para los grupos opositores varios de los empresarios fueron considerados víctimas del peronismo.

Algunas empresas, como el diario la Prensa, sí fueron retornadas a sus dueños.
Recién el presidente Arturo Frondizi en 1961 devolvería las propiedades a sus herederos de los años 40. El objetivo de Frondizi era crear un ámbito propicio para la llegada de capitales extranjeros, y el caso Bemberg era una “mancha negra” sobre este punto importante del programa desarrollista.
De todas maneras, la Maltería Argentina (ex SAFAC) sucumbirá a los avatares económicos. Nunca volvería a funcionar como antes, quedando reducida finalmente a un depósito de mercaderías, un galpón triste y abandonado. La maldición económica de la Refinería seguía en pie.

El trabajo en las fábricas de los Bemberg nunca pudo absorber el crecimento poblacional del barrio, si bien algunas empresas, como la Algodonera, o la Quilmes, fueron importantes industrias del lugar, que abandonaron definitivamente entre 1980 y 1990, sin poder afrontar ni la nueva economía ni los juicios ni las modificaciones del consumo. Nuevos gustos, otra economía, la necesidad de renovar los sistemas y máuinas, paralizados por el período peronista y los procesos posteriores, impidieron que la fábrica se actualizara.
Con los años, la ex- Refinería fue quedando como espacio deseable para la especulación inmobiliaria, pero las sucesiones y la normativa vigente impidieron el manejo de los bienes. Estaba virtualmente prohibido acceder al lugar, incluso obtener fotografías dede la vereda de enfrente era un riesgo para los curiosos. La guardia de SAFAC rápidamente convocaba a la policía, denunciando a los viandantes que consideraba sospechosos.

Una feria de la decoración a beneficio, a fines de los años 90 abrió las puertas de la vieja Refinería. Pero livianamente también finiquitó la historicidad de la fábrica, al desarticular los restos industriales originales (engranajes, máquinas, tolvas) convirtiéndolos en simples y efímeros objetos estéticos, al descontextualizarlos irreversiblemente.
Gracias a los arquitectos y decoradores, ya no fue posible desde entonces reconstruir la historia de su producción ni los procesos originales. La fábrica se convirtió en una cáscara hueca.
Con las reformas urbanísticas de finales de la década del 90 y las inicadas en este siglo, la “liberación” normativa de la costa y la gestión de los terrenos nacionales, la disponibilidad de las viejas fábricas quedó a merced de fideicomisos, arquitectos y corredores inmobiliarios. Desmanteladas tanto materialmente como en la memoria, la ex Refinería Argentina, la ex Maltería SAFAC y la ex Maltería Argentina (realidad una y trina) se convertirán en un lujoso barrio privado.
La fábrica volverá a sus dueños de clase social alta, como si la historia, a pesar de los años, nunca hubiese pasado.
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Extraido de:
Claudio Bellini y Marcelo Rougier. 2008. Conflicto político, controversia legal e intervención estatal. La nacionalización de las empresas Bemberg, 1948-1959. En: El Estado Empresario. Cap. 3. Cuadernos Argentinos Manantial.

2 comentarios:

silvio daneri dijo...

Lo que hicieron con la vidriera de COrdic fue un acto de barbarie.

silvio dijo...

Excelente investigacion, hay que decirlo