LA HISTORIA NO ES EL PASADO, PORQUE TRANSCURRE HOY .
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lunes, 9 de agosto de 2010

MUÑEQUITOS

Cuando en 1997 los estudiantes de Museología que hoy forman parte del Museo pensaron una muestra sobre el Rosario Colonial, sabían que se internaban en un tema difícil e inexplorado. Se planteó sobre todo una pregunta:
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¿Cómo armar una exposición sobre "lo colonial-local" si los chicos se forman en una visión porteña de la colonia?
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Los diseñadores, Diego González Halama, Gabriela Góngora, María Muñoz, Verónica Castello, Liliana Echauri y el actual Museo, pensaron entonces representar imágenes que estuviesen en los documentos y que plantearan un bosquejo distinto pero veraz acerca de la vida en esa lejana época, que va desde 1742 a 1810.

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¿Qué elementos, motivos, hechos,  había que tomar para ser representados?

Pensamos en varios “tópicos” de la época, que evadieran el Virrey, el Cabildo, la mazamorrera o el vendedor de velas.
Así surgieron hacer la comida, comprar un terreno, matar una vaca, cómo era la ropa de las mujeres, saber cómo se vestía un poblador, el método para edificar una pared...
Pensamos en cómo vivían las personas que vivían en Rosario, y sobre todo que la cultura colonial difiere sustancialmente de la actual. Luego de estas preguntas iniciales, nos preguntamos cómo.
Imaginamos que sería atractivo representar imágenes de la vida cotidiana pero yendo más allá de la ilustración, modo clásico de las revistas Anteojito o Billiken.
La existencia de juguetes como muñecas o muñecos para los chicos nos dio la idea de las viñetas tridimensionales, “maquetas” o representaciones a escala, o como dirían los vecinos, “muñequitos” que recrearan a los súbditos rosarinos de la Corona Española.
La tarea fue difícil, porque a la carencia de datos –muy pocos y que debían ser procesados- se le sumaba la necesidad de una mano de obra que pudiera hacer correctamente las viñetas.
Luego de un año de pruebas, errores y modelado, se lograron nueve viñetas:
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La Misa, Un Entierro, El Aljibe del Negro, Cocinando Pan, Vaquería, Albañiles, Mi Terrenito, Haciendo Tejas y Un Gaucho “De Acá”.
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Las fuentes fueron cientos: fotocopias de testamentos de viejos pobladores, extraídos de revistas, fotos de documentos originales, descripciones de viajeros, copia de dibujos de las épocas virreinales, objetos de museo, etcétera. 

Una vez recopilada la información, se pensaba la viñeta como un “cuadro de costumbres”, tratando de naturalizar las poses, deduciendo actitudes desde lo postural, y no desde lo cultural, ya que no hay demasiados datos sobre ciertos valores o pensamientos.
Así, la construcción de paredes en Albañiles, por ejemplo, se recreó mediante los conocidos dibujos del sacerdote jesuita Florian Paucke; el menaje de las figuras, en base a objetos originales; y la vestimenta, considerando documentos de compraventa en la Testamentería de Santiago Montenegro, cuyos originales están en el el Museo Histórico Provincial Dr. Julio Marc.
Se evitaron conscientemente acciones teñidas por los comportamentos actuales. No se reprodujeron actos como matrimonios, bautismos, riñas, juegos y ni siquiera almuerzos, ya que se carece de datos adecuados o suficientes.
Los hechos en sí (las acciones), se recontruyeron en base a documentos originales y de primera mano cuando se pudo.
Así, el Aljibe del Negro, un objeto doméstico común, era frecuentemente mencionado en inventarios, como los del maestre de Campo Pedro de Azevedo; los negros esclavos figuraban también en esos papeles, y pudo deducirse que estas perosnas llevaban agua para el consumo a la casa. Idéntica actitud se tomó con Cocinando Pan.
La Vaqueria fue el resultado de observar varias viñetas de la época. Mi Terrenito se realizó tomando al pie de la letra las formalidades de un escribano de 1762. Un Entierro fue diseñado tomando como base los asientos del cura de la capilla, quien brevemente describe el procedimiento, y en las excavaciones arqueológicas del atrio de la Catedral de Rosario. Pero no todo ha salido bien.

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Una crítica que se nos hizo, por ejemplo, específicamente a la viñeta que representa al entierro de un “indio” fue que los enterradores tenían puesto pañuelos en la cara para evitar el mal olor.
No sabemos si el “olor a muerto” afectaba a la población, pero supusimos que sí, y así se representaron las figuras. Fue un error, al suponer que el hedor molestaba tal como ahora.
También se criticó el hecho representado en sí.
La forma de enterramiento -basada en excavaciones arqueológicas y fotos de otros entierros en ciudades americanas coloniales- es conjetural, puesto que no hay seguridad plena que el cura actuara de esa manera bendiciendo los restos. Y se argumentó que el hecho es importante, puesto que significa la manera de actuar de los curas ante la muerte, parte inseparable del pensamiento colonial.
Pero sigamos con la fabricación.
La confección de las figuras se hizo con resina epoxi de dos componentes, de buena calidad (se evitaron los productos de tipo “Poxilina” o “Parsecs”, ya que se  amarillean al tiempo, perjudicando la figura).
Se buscó un modelado expresionista, ya que la realidad iba a ser exhibida para los niños, evitando el realismo propio de los modelistas militares, por ejemplo. Esto tenía otro objetivo: que se evidenciaran gestos, actitudes, que se tuviese sobre la figura una mirada distinta a la del “realismo”, para entrar en el terreno de la empatía, tan buscada por los diseñadores de juguetes. Las figuras debían tener cierto carácter e individualidad.
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Modeladas las figuras con su expresión, su actitud y sus trajes, se trabajaron los contextos, tratando en poca superficie de representar un poco, un poco de césped, el interior de la vieja capilla. Para ello se usó yeso, el cual si bien es frágil, también es prácticamente neutro y no afecta los colores.
En relieve se tallaron ladrillos, césped, una orilla de laguna o una tumba.
Finalmente, se dio color, tratando de imitar en lo posible los tonos de la piel, el vestuario y los objetos de la época. Se buscó también enriquecer los colores, dejando los tonos "planos" para dar sombras y luces a rostros y ropas.
Los resultados finales fueron muy buenos, sobre todo en el acercamiento de los niños a las figuras. Los chicos se arriman a las figuras y comentan los detalles, los objetos representados, los hechos.
Es interesante ver el deseo de saber qué hacían los rosarinos del siglo VXIII, porqué algunos andaban desnudos o descalzos, cómo eran los chicos, porqué se mataban  las vacas con cuchillo y una lanza, adónde había aljibes todavía…
Los chicos mayores sobre todo, preguntaban cómo se hicieron los modelos, para poder hacer algunos en su casa.
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La experiencia de reproducir en maquetas vivencias o hechos pasados es útil como método educativo, pero presenta sus límites.
El mayor defecto es que las viñetas carecen de dinamismo, y la vida (la cultura) es dinámica. En las viñetas no se puede saber si la acción continúa, y cómo.

Además, la documentación es fragmentaria y escasa, y algunas maquetas pueden quedar como hechos falsos al presentarse nueva información, por lo que se debería investigar constantemente.
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Los “hechos” son representados de forma imperfecta, porque así se observan recortados, y dan una idea puntual, instantánea, del modo de vida colonial, es por ello que las figuras se deben complementar con otros objetos e imágenes.
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Pero también debemos tener en cuenta que las formas de recrear la vida colonial son limitadas también.  Revivir viejas costumbres sin caer en los clichés de las efemérides de Mayo, o suponer una vida colonial localizada en Buenos Aires es un falseamento también.

Podemos decir que en última instancia, toda recreación o representación es una falsificación, pero el hecho de recrear en base a documentos es legítimo, ya que implicará una elaboración de datos que aumentará el conocimiento también legítimo acerca de un tema.
Imperfección, para este caso, no siginifica ilegitimidad, sino "datos insuficientes"
Luego, la representación sirvió para aprender.
El asombro de los chicos frente a la presencia de negros esclavos en Rosario (para los niños, al tener nombres, existieron) o la sorpresa de saber que en la ciudad había monedas de plata, supusieron cambiar de actitud ante lo preestablecido, o lo "standard".
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Lo aprendido en la muestra, oponiéndose a lo que se trae de la casa como formación es, como forma controversial, un motor que posee el museo para avanzar.

Tratamos entonces de oponer a lo sabido (que no siempre es lo mejor o lo legítimo) un nuevo conocimiento, que promueva la movilización sobre el tema.
El entusiasmo, las ganas de saber, o la curiosidad, que se refleja en el "¡Ahhh... mirá vos,  cómo era!", constituye una de las formas más divertidas y eficaces del aprendizaje. Insertada en la educación formal, la muestra permitió a las docentes tratar una forma de vida extinguida, que a veces se encuentra deformada y simplificada por imágenes de revistas o láminas no siempre adecuadas o "reales", que eluden la complejidad del tema, con fines casi siempre editoriales.
La experiencia nos animó a buscar nuevas escenas, algunas ya en base a figuras premodeladas, aunque ya sin tanto "sabor doméstico" como el que tienen las figuras iniciales del Museo. 
Esto dará motivo a otras exposiciones, o a la renovación de Vestigios: Recuerdos del Rosario Colonial, que es el nombre original de la exposición.
La muestra es compleja, puesto que cuenta con tres panales, varios objetos originales, como monedas y cerámicas, y nun folleto de difusión o instructivo.
Finalmente podemos decir que la exposición fue vista por casi tres mil alumnos, sumando los siete lugares donde fue expuesta; en cada lugar despertó un considerable interés y sobre todo, las ganas en la gente de seguir sabiendo sobre el tema.
Para nosotros no es poco.

6 comentarios:

adriana dijo...

Quisiera saber si se puede llevar la exposiciòn a la escuela Nº 72.

Firmado: Una docente.

Anónimo dijo...

Adriana, la exposición estuvo 1 mes en el hall de entrada de la escuela, la llevamos para el festejo del bicentenario ¡que raro que no la vieras¡¡

adriana dijo...

Hice un remplazo hace unos dos años, me gustaria saber si se va a hacer para que los chicos vean como era la vida en la colonia española.
Me parece que se debe difundir estas cosas porque sirven para que la escuela se vincule mejor con los educandos mas alla de las clases normales.
Uno de los problemas mas frecuentes es la desvinculacion entre los contenidos y la realidad, y por hende el desinteres, por eso enseñar el pasado vincula a los alumnos con una realidad concreta.
Saludos y gracias.

Romy dijo...

Holisssss yo fui vi l esposicioooon muy buena pero yo las maestra son unas guachas de mierda forras no tubieron demasiado empenio en enceñarno la dire es un moco mal que lindo los tipitooooos XD waaaa relindos quedaron qqqq re´looooocoooo la negra con la frutas es mi prima Norali.
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Fede te quiero te amoooo Romy :)

Anónimo dijo...

Adriana, por favor, veo que no leiste nuestra respuesta, la exposición estuvo hace 1 MES en la escuela por el festejo del bicentenario, y estamos de acuerdo con vos en tus conceptos, por eso insistimos en trabajar con la escuela siempre que podemos.
gracias por tu comentario

Anónimo dijo...

Hola Romy¡¡¡ nos alegramos mucho que te hayan gustado los "tipitos", es una forma que utiliza el museo para hacerles comprender a todos los chicos como era la vida cotidiana en la época colonial, si leiste la nota del blog, verás que se hizo una investigación para mostrar con la mayor exactitud esa época y que fuese fácil de entender.
un abrazo para vos y todos los chicos de tu grado.
Angela(la señora del museo)