LA HISTORIA NO ES EL PASADO, PORQUE TRANSCURRE HOY .
El Museo Itinerante del Barrio de la Refinería, las Jornadas de Cronistas e Historiadores Barriales y el Museo Virtual están declarados de Interés Cultural por la Secretaría de Cultura de la Municipalidad de Rosario y el Honorable Concejo Municipal.
Personería Jurídica Otorgada por Resolución Nº325 del año 2010.
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jueves, 30 de julio de 2009

CINE Y GUERRA EN ROSARIO

Rubèn Pereira nos ha enviado este interesante artículo. Entusiasta del cine, Rubén compara la vida de Rosario cuando Europa y el Pacífico estaban en guerra.


1ro de Mayo de 1944
NOTICIAS DE LA GUERRA
Prosigue la ofensiva aérea sobre Francia, Bélgica y Alemania.7000 aviones descargaron 11 mil toneladas de bombas en las ultimas 42 horas.Los EEUU en 23 dias efectuaron 36 mil salidas aereas y arrojaron 36500 toneladas sobre Alemaniay los paises ocupados.Mientras Europa estaba en llamas y destruccion, en ROSARIO se veian las siguientes peliculas:
CINE EMPIRE
"EL CARADURA" con Bob Hope y Betty Hutton.
Próximamente "ALMA REBELDE" (Jane Eyre- 1944) con Joan Fontaine y Orson Welles. Dirigidos por Robert Stevenson.

CINE CORDOBA
"LA DANZA DE LA FORTUNA" con Luis Sandrini y Olinda Bozan.
CINE SAN MARTIN
"CAPITAN CANTERA" , de capa y espada , con Victor Mature y Leo Carrillo (el Cisco Kid)
"SHERLOCK HOLMES EN WASHINGTON" con Basil Rathbone Y Nigel Bruce.

CINE IMPERIAL
"FRANKENSTEIN vs EL HOMBRE LOBO" (Frankenstein meets the wolf-man, 1943) con Lon Chaney Jr y Bela Lugosi
Proximo estreno: "NIEBLA EN EL PASADO" (Random harvest -1942) con Greer Garson y Ronald Colman. Dirigidos por Mervin

CINECAPITOL
"MI CHICA Y YO" con Judy Garland.
"AVENTURAS DE UN YANQUI" con Mickey Rooney.
Mañana: "LAS 1001 NOCHES" (Arabian nights) en colores, con Jon Hall y Maria Montez.

CINE MONUMENTAL
"TODO UN HOMBRE" con Francisco Petrone y Amelia Bence.
Mañana estreno: "CASI UN CABALLERO" con Cary Grant.

CINE CONDOR (luego cine GRAN REX)
"SAFO" con Mecha Ortiz, Roberto Escalada.
"LA PEQUEÑA SRA DE PEREZ" con Juan Carlos Thorry y Mirtha Legrand
CINE MAJESTIC PALACE (luego teatro OLIMPO)
"LA NOVELA DE UN JOVEN POBRE" con Hugo del Carril
"EL VIEJO HUCHA" con Enrique Muiño, Francisco Petrone.
Mañana: "CASABLANCA" con Humphrey Bogart

CINE ECHESORTU PALACE (luego SPACE)
"LOS CHICOS CRECEN" con Arturo Garcia Buhr.

CINE REX (luego OPERA)
"EL HALCON MALTES" (the maltese falcon-1941) con Humphrey Bogart y Mary Astor
"CUMBRES DE PASION" (King's row- 1942) con Ann Sheridan, Robert Cummings,Ronald Reagan
CINE REAL
"CAPRICHOS DEL CORAZON" (It's love I'm after- 1937) con Bette Davis, Leslie Howard y Olivia de Havilland.
"CAPITANES EN LAS NUBES" (Ceiling zero. 1935) con James Cagney y Pat O'Brien.

NOVEDADES (luego SOL DE MAYO)
"EL HALCON DE LOS MARES" (THE SEA HAWK. 1940) con Erroll Flynn

CINE STAR
"EL CABALLERO AUDAZ" con Erroll Flynn
"CASABLANCA" con Humphrey Bogart

Es interesante comprobar que casi inguno de estos cines ha sobrevivido. A algunos, es hasta dificultoso recordarlos. Agradecemos a Rubén este trabajo, que refleja sus desvelos por la historia comun de los rosarinos. Y vamos a buscar dònde estaban esos viejos cines.

martes, 21 de julio de 2009

UN CASCO "ARGENTINO"

Los cascos son casi un distintivo del ejército. La imagen del soldado está ligada al casco como prenda identificatoria, y diríamos que cada forma de casco identifica la nacionalidad del ejército, al menos durante el siglo XX.
El museo posee un casco denominado "Modelo Suizo", sin datar, y en regulares condiciones de conservación. Arriba puede verse en la fotografìa. Fue donado por un integrante de la comisión.
No está de más narrar la historia de este tipo de casco, muy particular.
Luego de adoptar, en la primera mitad del siglo XX, el modelo militar alemán, el ejército argentino buscaba modernizar sus uniformes, ya que los diferentes ejércitos del mundo estaban volcándose a modelos más funcionales y prácticos.
Lamentablemente, la industria argentina aún no tenía la capacidad de manufacturar cascos. Para fabricarlos, hacía falta mucha experiencia en la estampación de chapa, lo que precisaba además de los técnicos, prensas de altísima fuerza, capaces de conformar los cascos en torno a moldes especiales, y todo ello en cantidades apreciables para que fuese económicamente eficiente la producción.
Los primeros cascos que se introdujeron fueron los alemanes M 1918, rezagos de la primera guerra mundial. La evaluación de estos cascos –en escaso número - hizo que los mandos trataran de dar al ejército cascos similares, resistentes, funcionales y cómodos.
Nada de penachos o plumas. Es que Argentina, que había permanecido neutral, poseía cascos de gala y sombreros de tipo colonial inspirados éstos en los ingleses y franceses; pero el grueso de los uniformes de gala eran de inspiración alemana. Había cascos de cuero, piel, tela, corcho, fieltro o bronce, pero eran frágiles, difíciles de hacer o mantener, y además caros.
Los mandos se decidieron en 1938 a realizar un concurso, donde Bélgica, Alemania, Francia y Suiza compitieron por “colocar” su modelo. El alemán de 1918 estaba ya visiblemente anticuado (incluso tenía blindaje frontal postizo) y se descartó.
Se decidió al fin por un modelo suizo, llamado M 18, de acero, fabricado en Berna por la P&L Stadler, similar a los “stahlhelm” alemanes (el M 35), pero con otro formato levemente diferente. Este casco poseía la aleta posterior o “cogotera”, pero las alas laterales eran amplias, más abiertas y la visera menos pronunciada que la del casco germánico. Este modelo además era barato y podía disponerse en gran cantidad. La chapa es bastante gruesa y pesada, y tiene un borde perimetral de metal plegado, a diferencia de los cascos alemanes. Tenía correajes de cuero, arnès interior para la cabeza similar al alemàn (en "gajos" de cuero), y hebillas de hierro, muy frágiles, pues se oxidaban con facilidad. El arnés interior se fija al casco mediante clips remachados, huecos, que se ven desde ele exterior. El color original del M 18 era verde claro satinado, y se repintaron en un verde oliva tostado, más adecuado al color de la ropa argentina. Por mantenimiento y muchas veces por rotura, se remachaba la correa al clip de enganche, por lo que el barbijo ya no fue siempre ajustable. A los costados inicialmente se les aplicó una escarapela mediante stenciles, para luego colocarles ya calcomanías.
Durante veinte años el M 18 fue el casco standard oficial del Ejército Argentino.
Más tarde y ya en la década del 40 convivió este primer casco con los M 35 alemanes, ya conocidos en la Segunda Guerra Mundial, provenientes de remesas extraordinarias. Estos cascos M 35 fueron usados por el ejército, la marina, incluso la policía de Buenos Aires.
El equipo militar y paramilitar argentino estaba ya completamente germanizado.
Modificándolos un poco, se fabricaron otros M 35 en fibra prensada y embebida en plástico (hoy llamada comercialmente “prespan”) y estas copias son las que se ven en muchas fotos, con el aspecto de “cascos nazis”. Son cascos de fantasía.
La Revolución Libertadora de 1955 despojó al ejército de estos cascos “alemanes”, importando primero cascos similares a los norteamericanos, pero franceses, del tipo NATO, que se diferenciaban por tener una forma más globular. Luego se importaron en 1956, directamente, los cascos yanquis. Muchos cascos franceses fueron a parar a la policía y la gendarmería, que adoptaba (con llamativa facilidad) los cascos del ejército.
A pesar de los cambios, el casco suizo M 18 - o M 38 argentino - se mantuvo en servicio hasta casi concluida la década del 60, tanto por el ejército como por la gendarmería y la policía.

El casco que nos ocupa posee una banda roja alrededor, que cubre toda la parte inferior, aletas, visera y cola.
Hay varias posibilidades acerca del motivo de esta coloración.
Puede ser el de un uso especial, como el de la identificación en las maniobras de combate. La foto de arriba muestra otros ejemplares parecidos... con las mismas dudas.
Otra posibilidad es que haya pertenecido a un instructor; o bien se trata de una personalización, un “tuneo” del elemento como diríamos hoy. Cosa menos probable considerando la mentalidad castrense.
Por otro lado, no se tiene constancia de señalizaciones de este tipo adjudicada a unidades específicas, aunque el color rojo siempre se ha destinado, tradicionalmente, a unidades de artillería, sobre todo en los ribetes y detalles de los uniformes.
Paradòjicamente, en Suiza el tipo de casco "suizo" está mas vinculado a los cuerpos civiles de bomberos que al ejèrcito.
A pesar de las dudas, este tipo de elemento es especialmente interesante porque recorrió casi cuarenta años de historia.
Como tipo de casco- ignoramos el uso concreto de nuestro ejemplar- fue protagonista de hechos militares, algunos vistosos como los desfiles, otros interesantes como las maniobras de guerra.
Pero también hubo otros no muy gloriosos, como la intervención policial en el Rosariazo, el Cordobazo y los comienzos de la represión en Tucumán, como en la foto de arriba a la derecha. Y eso tambièn es historia argentina.
El casco habìa sido usado, y para todo.
Hacia la década del 70, los M18, argentinizados como M38, ya eran rezago del ejército.
Una antigualla, algo para coleccionistas y museos, y ya habían caído en el olvido.
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Para información complementaria, ver las paginas:

lunes, 20 de julio de 2009

LA RELIGION CATOLICA EN EL BARRIO

Hablar de religión es siempre una cuestión espinosa.
Sobre todo en el comienzo del barrio.
A fines del siglo XIX e inicios del XX, la población del barrio era cuanto menos heterogénea, con una predominancia de personas extranjeras. Si bien en su mayoría eran italianos y españoles, no podían descartarse obreras y obreros balcánicos, judíos y turcos; esta “mezcla” de nacionalidades se unificaban malamente por el idioma del trabajo conjunto. Por lo que vemos en los numerosos vestigios, el castellano ya era un idioma unificador. Pero con la religión parece que no ocurría lo mismo.
La sección V de Rosario,
que abarcaba Pichincha y Refinería, tenía solamente un templo y èste era anglicano. Los ingenieros y obreros que vivían en el hoy llamado Barrio Inglés habían construido un templo en Avenida Alberdi, para atender los cien profesantes de ese barrio.
Para la curia, el barrio Refinería era un caos religioso, casi una amenaza social.
Tengamos en cuenta el catolicismo era la religiòn oficial, y que en el Rosario de 1900 había solamente dos iglesias mayores, la actual Catedral y la iglesia de Santa Rosa de Lima. El resto (San Francisquito, La Caridad) eran simples capillas de limitada influencia. Muchos “refineros” fueron bautizados y casados en Santa Rosa, puesto que era la iglesia de referencia.
Además, toda la población rosarina había crecido, con un mayor numero de fieles.
Es entonces cuando el Obispo Juan Agustín Boneo preocupado por la insuficiencia de servicios, la influencia del anarquismo y de las "ideas irreligiosas" entre los trabajadores, se propone dar un impulso a Rosario, en especial a las zonas obreras tan conflictivas. También preocupaba la presencia militante de evangelistas y el Ejército de Salvación – el Esercito di Salvezza- típicamente italiano. Sobre todo preocupaba que la Iglesia Anglicana ("los protestantes" como se les decía)hubiese establecido, en el llamado Barrio Inglés un templo de importantes dimensiones, donde concurría la colectividad angloparlante a oir el servicio. Muchos judíos, turcos o eslavos trabajaban en la fábrica, o establecían allí sus negocios.

Como reacción a este estado de cosas surgen, en veinte años, varias iglesias en Rosario: entre otras, San José, La Caridad (ahora templo), San Miguel Arcàngel, y en la zona norte, Nuestra Señora del Perpetuo Socorro. La religión, como toda ideología, necesitaba adeptos y el obispado de Santa Fe no quería un “pueblo religiosamente separado” en Refinería. No deseaba un ghetto religioso, sea ateo, evangelista o protestante.
En los pueblos vecinos a Rosario y en la zona de quintas en general, parece que los sacerdotes eran bien recibidos por mujeres y niños. Algunas colectividades fundaron iglesias con sus patronos, como La Guardia, la Merced o La Rocca. Pero en los barrios obreros se enfrentaban con la indiferen­cia de los hombres, que priorizaban su trabajo, postergando las prácticas religiosas. Además, en el “espíritu de la época” como se decía, había una fuerte resistencia a la religión, vista como "cosas de mujeres". Para los obreros marxistas, anarquistas y socialistas, la religion era "el opio de los pueblos".
Frente a la hostilidad percibida, y autorizados por Boneo, los Redentoristas decidieron instalarse sobre Av. Alberdi.
También se les indicó realizar “misiones suburbanas” en los barrios más distantes y en poblados vecinos, para evangelizar a la gente. Desde 1909, los Redentoristas daban cuenta de la resistencia de los trabajadores ase
ntados en las cercanías de la Refinería Argentina del Azúcar, de la abundancia de católicos “vergonzantes”, y de la dificultad para regularizar uniones o bautismos entre las clases populares.
Es entonces cuando el Obispo Boneo decide fundar una pequeña escuela, llamada "San Juan Evangelista de la Salle", destinada a los hijos de obreros católicos, el 19 de febrero de 1906.
De este contexto sobresale la actividad de los Hermanos de las Escuelas Cristianas – o Lasallanos- y, en la década del 10, la Unión Democrática Cristiana –para hacer propaganda del cristianismo social entre los obreros- y el segundo Círculo de Obreros que tuvo la ciudad, en 1914.
Estos Círculos de Obreros Católicos tenían mala fama entre los obreros de la Refinería, ya que segun se decía solía mediar entre la patronal y los obreros, suministrando los "carneros" que continuaban la producción, o sea los trabajadores rompehuelgas.
Con la llegada de la década del 20, la población extranjera ya se había asimilado, y estaba ya conformada en familias de fuerte arraigo.
Muchas instituciones ya habían encauzado la vida social: las vecinales, los clubes y bibliotecas y sobre todo la escuela y la parroquia. La iglesia no quiere quedar afuera, y organiza festivales y procesiones. Estas instituciones eran sumamente necesarias para poder permanecer socialmente unidos, no tan solos en un ámbito que era hostil a los extranjeros. Cumplida su función, permanecieron como cohesionantes.
La iglesia constantemente creaba medios de cohesión en torno a las creencias. Es entonces, en la década del 20, cuando se edifica la Iglesia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro
.
Podemos decir que los años de 1920 a 1930 son la era dorada de la edificaciòn religiosa en Rosario. Sus imponentes edificios parecen "calcados" entre sí: agujas, torres de estilo revival, rosetones medievales... toda una nueva imagen para la iglesia, que superaba las pobres y viejas construcciones de ladrillos a la vista. La congregación lasallana era muy hábil en consquistar nuevos fieles, y había trabajado en lugares hostiles, como la Patagonia, y en Rosario, los barrios obreros.
La iglesia se trasformaba en propaladora y aglutinadora, no solo hablaba de los evangelios.
Se editaba en Perpetuo Socorro un boletín semanal, había cine los domingos y, ya en los 30, hasta un espacio radial para “las madres cristianas”: la tecnología fue usada para la difusión religiosa. La radio combinaba la reflexión religiosa con expresiones literarias y musicales de interés. También se organizaban cursos de corte y confección, tejido, lencería y enseñanza primaria destinados a las jóvenes obreras de la zona. Este programa procuraba articular la vida parroquial con la vida barrial.

La iglesia San Juan Evangelista, que funcionaba anexa a la escuelita de 1906, en calle Gorriti, era el centro de casamientos y bautismos, ya entrado el siglo XX. La vieja escuela San Juan Evangelista de La Salle, en 1936 pasó a llamarse Monseñor Juan Agustín Boneo, transformada en colegio de varones y capilla anexa por iniciativa de Monseñor Caggiano, y con la hábil conducción del hoy santo Don Orione. Ocurrçia que en la dçecada del 30 el estado nacional había abandonado la protección económica sobre la enseñanza religiosa, y tuvieron que formarse en la ciudad cooperadoras y centros de damas de beneficencia para sostener la educaciòn confesional.
En la década del 60, se construyó un nuevo templo en calle Gorriti, junto con el colegio Obispo Boneo. El nuevo templo - muy resistido y llamado también San Juan Evangelista - vino a reemplazar el antiguo de os años 30, y hoy en el jardín pueden verse esculturas de Eduardo Barnes. También había una pequeña capilla de los lasallanos, que estaba edificada en Monteagudo y Vèlez Sàsrfield, llamada "el oratorio" y fue demolida en los años 70 (Alli hoy hay una plaza, que en realidad es un terreno del Arzobispado de Rosario). Allí también se efectuaban actos sacramentales.

En los primeros treinta años del siglo XX, las cosas habían cambiado, y una profunda religiosidad estaba en los vecinos del barrio. Hacia los años 20, la Refinería no ocupaba ya el lugar que había tenido en la conformación del barrio, y la gran fábrica disputaba los obreros al ferrocarril y el “cuentapropismo”, como le llamamos hoy. Pequeños talleres eran frecuentes, y por lo tanto un arraigo logrado a costa de esfuerzos considerables.
Con la estabilidad social -sea a la fuerza, o por la persuasión laboral - las nuevas leyes y sobre todo con el afincamiento, la iglesia pudo “conquistar los corazones” de los vecinos.

Éstos, en su gran mayoría, italianos y españoles, sospechamos, nunca habían dejado de ser católicos… (pero también los austríacos, griegos y lituanos a veces lo eran). Y sobre todo comienza un gran protagonismo de la mujer en el hogar, y se ha empezado a constituir una clase media importante.
Pero no fue hasta que quedó pacificada la población, que la religión católica pudo establecerse de manera firme y representativa. Ya no había anarquistas ni marxistas, y sus acciones de resistencia social las reemplazaba de forma mucho màs pràctica y eficaz la vecinal, el sindicato o el club. Pero en los comienzos, la religiòn catòlica debio luchar para imponerse como factor social.
Es que el hambre, el "segundo templo" que era la fabrica, y el escuadrón policial, estaban antes que los rezos y las procesiones, que no resolvìan la pobreza y la miseria.
Tal vez por eso la resistencia inicial.

Fuentes:
Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.
Alvarez, Juan. Historia de Rosario. 2000. UNR Editora.

Documentos del museo.
Informaciçon sobre el Colegio Boneo:
http://www3.hcdn.gov.ar/folio-cgi-bin/om_isapi.dll?clientID=314412923&advquery=4014-S-06&headingswithhits=on&hitsperheading=on&infobase=dae.nfo&record={7C70}&recordswithhits=on&softpage=Document42

domingo, 19 de julio de 2009

BEBES POR LAS RAMAS

Una de las costumbres más arraigadas del barrio fue enviar, con motivo de celebraciones, tarjetas postales.
Durante casi todo el siglo XX este hábito abarcó diferentes modos y motivos gráficos en las postales, que iban desde las románticas, infantiles, o con motivos florales, hasta las del tipo paisajístico, mostrando vistas de la ciudad, el campo o los lugares más atractivos del país.
El museo cuenta con cerca de doscientas postales.
Pero hay una en especial que es llamativa. En la tarjeta, se observa como motivo central una pareja con un bebé, una niña más grande y una paloma. Más hacia abajo otra niña muestra un libro, que parece ser de cuentos, pues se ven algunas ovejas ilustradas.
Y hacia arriba se ve la cara seria de otro bebé.
La dedicatoria, en el reverso dice (se respeta la ortografía original):

Rosario, 30 /1/ 30
Mi querida
Madrina
Le deceo que
Pace un feliz
Año nuevo
En compañía
De su familia
Calle Santa María de Oro 264


Y el pequeño poema:

Las rosas son rosas
Las hojas son verdes
El cariño de un hijado
Nunca se
pierde
Joaquin Borcelino


Lo notable, además de la no concordancia del motivo con las fiestas navideñas, es el diseño del mismo. Es como un escalonamiento, donde se ven tres hijos, y pareciera una alegoría significando que más allá, en el tiempo, otro bebé vendrá a esa familia de cinco integrantes: la madre, el padre, las dos niñas y el bebé.
El niño que vendrá, ubicado arriba, está por fuera de la escena a tal punto que nadie lo mira… Excepto el lector de la tarjeta.
Todo el diseño es bastante edulcorado y complejo, con fotos rodeadas de flores y nubes dibujadas o pintadas.
Cada viñeta es, de por sí, una alegoría en sí misma: la familia “nuclear”, la inocencia, el cuidado del recién nacido, la paloma como símbolo de la paz, las ovejas como símbolo de la inocencia, y el bebé en lo alto, como alegoría de los deseos de agrandar la familia.
El objeto recuerda las modernas tarjetas de salutación –no ya postales- que se regalan para los días festivos, nacimientos inclusive.
Podemos decir que estas tarjetas de hoy en día son una evolución de aquéllas viejas postales que, desde los inicios del siglo XX, se enviaban las familias deseándose un futuro mejor.
Pero una tarjeta de este tipo hoy sería - sin duda - toda una presión para los planes de los padres jóvenes ¿no?

miércoles, 15 de julio de 2009

FERNANDO KESSLER, EL TRAIDOR

Uno de los personajes desconocidos de la historia del barrio es un tal Fernando Kessler.
Veamos su historia, de la que han quedado pocos rastros.
En 1900, se suponía que una mayor tecnificación haría bajar la diferencia entre el costo de la materia prima y el producto final.
Para ello, la Refinería Argentina no duda en contratar expertos e ingenieros extranjeros, como Apolo Geiger, que compró las máquinas en Europa. Debemos tener en cuenta que el capitalismo en expansión traía materias primas de los dominios de ultramar (como la caña de azúcar) y las fábricas quedaban en las metrópolis, como Alemania. De allí que los ingenieros europeos estuvieran altamente capacitados en el proyecto de obras industriales.
Entre estos especialistas estaba el alemán Fernando Kessler.
Este inventor nacido en la ciudad de Colonia, fue traído para que pusiera en marcha la compleja maquinaria y mediante sus invenciones, optimizara su rendimiento, facilitara el mantenimiento y creara nuevas formas productivas en pos de una mejor rentabilidad.
El alemán no comenzó bien.
Con la Refinería a medio construir, en un Informe a la empresa dice que para funcionar, la Refinería solamente debía tener instaladas las maquinarias. Y ya está.
Nada dijo de la cosecha recién terminada, o sea que la flamante fábrica carecía de materia prima.
Kessler tenía en 1889 una bonita fábrica montada, pero parada también.
Sin embargo Kessler seguiría trabajando para Ernesto Tornquist.
La idea de la compañía Refinería Argentina era que Kessler inventara maneras de producir más barato y en cantidad, con unos honorarios fabulosos. La condición era que no divulgara sus inventos y procesos, en lo que hoy se llama "secreto industrial".
Para que veamos los montos con que se manejaba el alemán, un préstamo de 1901 ascendió a 165 mil pesos. Mil veces lo que ganaba por mes un obrero promedio.
Kessler no se quedaba quieto y buscaba nuevos ingresos.
En 1901, Kessler trabajaba en un ingenio, en Santa Fe, La Germania, que proporcionaba caña de azúcar a la Refinería. Para atender este trabajo paralelo, solicita una licencia, lo que se le concede, ya que, en última instancia, favorece a un cliente de la Refinería.
Con sus errores, Kessler lleva el ingenio La Germania a la quiebra, y el alemán parte para Tucumán, tal vez huyendo. Obviamente, fue contratado por los competidores de Tornquist, y rápidamente divulgó y aplicó en Tucumán lo que sabía.
Nunca dejó oficialmente su puesto. Tal vez sabía que la tecnificación tenía sus límites.
La compañía finalmente le inició juicio por la devolución de los préstamos otorgados y se supone como castigo por su "traición". No se sabe el resultado.
Kessler fabricaba artefactos que se suponía mejoraba la productividad. Uno de los problemas siempre fue, en la refinación, la cantidad de producto en bruto que podía extraerse de la caña de azúcar, ya que a mayor cantidad de jugos, mayor cantidad de azúcar. Kessler pensó en ello.
Uno de esos inventos está patentado en Estados Unidos, bajo el nombre de Fernand Kessler, siendo testigos de su declaración Ricardo Konig y Hermann C. Veander.
La imagen de al lado es del registro yanqui de un aparato de Kessler para optimizar la producción. La descripción de su “Proceso de Difusión Continua” es la de un aparato en forma de U, con dos impulsores a sinfín en cada rama.
Dejemos que hable Fernando Kessler:
Mi invención se refiere a un proceso de difusión continua, y es aplicable para la extracción del jugo de la caña de azúcar, así como para otros propósitos, como la lixiviación del bagazo, la madera o la lana”.
Kessler se proponía extraer de la caña de azúcar todos los jugos disponibles, aumentando y haciendo más rápida la extracción de elementos solubles de la materia orgánica (proceso de lixiviación o leaching).
La patente Nº 706669 es del 12 de agosto de 1902, y está a nombre de Fernando Kessler, de Rosario, Argentina.
Kessler fue un “amigo” del empresario Ernesto Tornquist, y como amistad y negocios no siempre se llevan bien, el alemán eligió los negocios. Sin embargo, la amistad de los poderosos no siempre era de las mejores. Las traiciones por dinero, hoy como ayer, ocurren a cualquier altura.
Se ignora la suerte de este personaje tan... "argentino".
Para ver la patente:

EL FRACASO DE LA REFINERIA

¿Porqué cierra la fábrica de azúcar?

Este hecho tiene múltiples y complejas causas.
El origen de la fabrica esta en la necesidad de suministrar azucar al mercado interno, ya que debia importarse le producto del exterior. Frente a esta realidad, los industriales dueños de los ingenios se asocian en la instalacion de la Refineria, pero sucede que al año de haberse construido, varias decisiones desafortunadas hace que muchos de ellos se rertiren del negiocio del refinado.
Una de estas decisiones politicas, refinar azucar en bruto del extrajero, produce una merma en los negocios que los cañeros (muy enojados por la "traición") no pueden afrontar y por lo tanto, deciden refinar por su cuenta. O sea que aparece una mayor competencia en el rubro.
Sin embargo, algunos ingenios siguen operando con la Refinería para producir azúcar.
Lo siguiente fue la expansion técnica de la fábrica. Se suponía que a mayor industrialización, mayor baratura del producto. A esto se debe la concurrencia de técnicos alemanes en la instalación de maquinarias también alemanas.
A inicios del siglo XX, las huelgas y las nuevas legislaciones produjeron un alza de los salarios, a la vez que una retracción de la demanda mundial, a lo que se sumaba una superproducción de caña. La negativa cerrada de la empresa a las demandas laborales provocaron al huelga de 1901 y logaron que los obreros se sumaran a la de 1905 de estibadores portuarios.
A todo esto, se le opuso aislar los conflictos, sea mediante la construcción de viviendas del tipo conventillo, o la simple llamada a la represión policial.
En 1913 se decide fabricar terrones, lo que implicaba más maquinaria y nuevas secciones.
Pero ya no existían los prestamos que rápidamente se obtenían en la época de la fundación, por lo que la empresa debe endeudarse a otros costos.
En 1916, se transformaron las instalaciones para poder usar leña como combustible, lo que suponía un atraso técnico, pero inevitable frente a la escasez provocada por la Gran Guerra.
Es en ese momento cuando se diversifica de manera emergente la producción, fabricando el "golden syrup" y extrayendo subproductos de la madera, como el tanino, y por supuesto, el tradicional forraje producto de los residuos de la fabricación.
Paradójicamente, el quebracho dejaba más dinero que el azúcar, hasta que la demanda de tanino cayó, mientas que la cosecha de caña aumentaba hasta niveles nunca vistos, bajando el precio del azúcar. Esta caída repercutió fuertemente, ya que la caña es un producto estacional, y la madera es de tala constante, y permitía una expotación secundaria mportante.
Ya para 1929, el crac financiero mundial (llamada "crisis de Wall Street") puso en crisis definitiva la economía capitalista, tanto para el consumo como para la inversión. La respuesta del directorio fue: más tecnificación.
El resultado fue una fábrica compleja, de avanzada, pero con un alto porcentaje de su capacidad productiva ociosa, frente a un mercado con los precios en baja y con alta competencia en el ramo.
Estas realidades ocurrían en un contexto social que no era el de 1889, con una oligarquía influyente pero poco dedicada a los negocios industriales y más volcada a los agropecuarios.
La importancia de Tornquist en el gobierno del Partido Autonomista Nacional ( el partido de Julio Argentino Roca) ya no existía desde 1908, fecha en que murió, y el ambiente político era cuanto menos refractario a las innovaciones en una industria incipiente, pero para una población que necesitaba otros productos. Y los descendientes de Don Ernesto Tornquist decidían ya de manera inconsulta, con una visión completamente monopolista, a diferencia de su ilustre antecesor...
En 1930, ya había nueve refinerías de azúcar en el país. Era ya imposible un monopolio.
La compra constante de máquinas y la caida constante de la demanda, sumada a la baratura del producto, la competencia y las deudas que las compras dejaban, llevaron a la fábrica a una situación irreversible.
La última empresa que refinaba azúcar era la Compañía Azucarera Tucumana, y deja de solicitar el servicio de refinado en 1932.
Fue el fin de la Refinería Argentina de Azúcar.
Pero el barrio continuaría con su dinámica; otros actores vendrían en reemplazo de la vieja fábrica.

EL SECRETO DEL PELUQUERO

El museo tiene una tarjeta que fue regalada a un peluquero del barrio Refinería, don Vicente Platanìa, por un amigo.
La tarjeta está doblada de manera tal que permite ver detrás de una cortina unas formas sutiles que se adivinan femeninas. Esa cortina sugiere que la mujer que se vislumbra está desnuda, y que abriendo la tarjeta se podrá contemplarla sin problemas.
La leyenda dice: “descorra la cortina y sepa el misterio del PELUQUERO”.
Al abrirla, se ve la “cruda” verdad: es un peluquero que afeita un hombre calvo.
Se alude a la trastienda de la peluquería, siempre vista como lugar misterioso y oculto, costumbre que aún perdura. La dedicatoria dice “Un cordial saludo desde Capilla del Monte. Fernández”. Y la imprenta: “Las Maravillas. M.R. Industria Argentina”
Este tipo de tarjeta era muy común en la época, con diferentes viñetas y temas, pero siempre aparecía la figura desnuda femenina como realidad a develar, como forma esperada.
Estos objetos “picarescos” (signos de un acendrado machismo) son casi siempre masculinos, regalos entre amigos o tema central de alguna broma. En este caso es una tarjeta postal, que seguramente vino en un sobre que se ha perdido.
Dentro de esta gama podemos encuadrar los chascos, algunos objetos “sorpresa” y ciertas revistas específicas que, sin ofender, provocaban la sonrisa y, probablemente, alguna confidencia posterior entre amigos. Ingeniosamente, el dibujante armó la escena para que la gente “entrara”, y s
u dibujo recuerda bastante al dibujante rosarino “Calé”, famoso en Buenos Aires por su serie “Buenos Aires en camiseta”.
Después de ver la televisión de hoy en día, la picaresca de los años 50 nos parece cuanto menos…ingenua.

lunes, 13 de julio de 2009

EL EMBARCADERO DE LA REFINERIA

Hacia 1890, la expansión de las explotaciones agrarias hacía imprescindible un constante aumento de servicios ferroviarios, sobre todo de transporte de cereales.
En esa época de oro del modelo agroexportador, el Ferrocarril entre Buenos Aires y Rosario, que había conectado ambas ciudades en 1885, implementa un ramal que derivando de la vía principal a Tucumán, llegaba hasta la Refinería.
Era evidente la importancia de la fábrica y su necesidad del transporte ferroviario. Debemos recordar que la Refinería Argentina poseía cargas estacionales y no estacionales, de caña de azúcar y también de otros materiales como leña, madera para construcción, etcétera. La conexión con Tucumán era imprescindible, y también un ramal exclusivamente para la fábrica.
En 1891, a dos años de inaugurada la fábrica, se extiende un ramal desde la actual avenida Juan José Paso, y cruzando a nivel la traza del Ferrocarril a Santa Fe, llegaba directamente hasta la Refinería Argentina.
En ese momento se construye la estación de carga denominada “Estación Embarcaderos”, que contaba con playón de carga y descarga y muelle al río, hoy desmantelado, y que podemos considerar de ese mismo 1891.

La Estación Embarcaderos era casi exclusiva de la Refinería.
Ignoramos si se embarcaba otro material que no fuera el que la gran fábrica producía, y que la vinculaba, mediante la estación, con todo el territorio nacional.
La estaciòn posee una planta simple: tres habitaciones, andén con galería, hall, local para el jefe, dos chimeneas de hierro. Un techo de dos aguas protege el interior, con paredes de ladrillo a la vista.
Vista la constante necesidad de comunicación ferroviaria de la Refinería, en 1893 el Ferrocarril a Santa Fe extiende un ramal hacia la fábrica que, desde la Estación Sorrento, derivaba hasta ponerse en paralelo con las vías del Ferrocarril entre Buenos Aires y Rosario y el nuevo ramal del Ferrocarril a Córdoba
inaugurado por la misma época.
Este proceso conformó las denominadas “Tres Vías”, denominación que se extendió a la actual avenida una vez desmantelados los rieles.
Esas "Tres Vías" del Ferrocarril General Belgrano comunicaban con Santa Fe, con Córdoba y a Buenos Aires. Hoy eso se ha perdido.
Los ferrocarriles fueron lentamente desmantelados, desde los añós 60 hasta el cimbronazo demoledor de la década de 1990.
En una visita realizada, una vez abandonados los servicios en 1998, se constató el buen estado de la estación, debido posiblemente al escaso uso del público masivo, puesto que allí no había circulación de pasajeros.
Allí se ha instalado La Ciudad de los Niños, dependencia municipal a cargo de la Secretaría de Promoción Social, y el viejo edificio aún subsiste, casi completo, alejado del vandalismo que tiene a maltraer muchas de estas edificaciones. La ley provincial Nº 11.153 de 1994 protege el casco de la estación, ya inutilizado como servicio para el transporte.
Inmediatos a la estación, grandes galpones de chapa y madera, hoy demolidos en el transcurso de las obras de Puerto Norte, aseguraban una gran capacidad de almacenamiento.
Aún son visibles, al menos hasta la total transformación del sector, un complejo sistema de ramales ferroviarios que cruzan el terreno, uno de los cuales se dirige hacia el este y era el que permitía la descarga de productos en los barcos.
De esta forma, se aseguraba a la explotación primaria (agropecuaria) todo un sistema ferroportuario, del que la Estación Embarcaderos formaba parte.
Tal vez sea la úncia estación que surgió de un emprendimento privado, y a su servicio. 
Tal vez - no lo sabemos- a costa del Estado Nacional.
Allí nació el Club 1º de Mayo, luego denominado Club Embarcaderos Cordoba Rosario y finalmente Club Argentino de Rosario.
Cientos trabajaron cargando, descargando y controlando los vagones y bolsas.
Más allá del complejo sistema ferroviario de Rosario, se torna evidente para la época la influencia de la actividad privada en el desarrollo de los servicios públicos, y como existía una voluntad de coordinar la inicativa pública con la privada, incluso en detrimento de la conformación urbana. Fruto de este sistema, el barrio estuvo aislado por casi sesenta años "detrás del paredón", con un lado sobre las vías y el otro hacia el este, limitado por el río Paraná.
El barrio asumió, así una particular conformación, una sociabilidad especial y sobre todo, un sentido interesante de pertenencia en sus habitantes: "soy de Refinería".
Los años han pasado.
La historia de los ferrocarriles es también la de Rosario. Y de los rosarinos.

EL VIEJO "LA HORA"

En el barrio, en un pasillo de Corvalán y Rawson, vivía en los años 60 un hombre que trabajaba de “cartuchero”, lo que en otros barrios y en Buenos Aires se denominaba “barquillero”.
Su vivienda era en un pasillo muy humilde, y suponemos que era español. Usaba un pantalón tipo gauchesco, unas bombachas, y alpargatas, un muy particular atuendo.
El cartuchero vendía unas golosinas similares a los cucuruchos de helado (vacíos) que estaban cerrados como un barquito, o a veces como un tubo, de unos 35 cms. de largo y 3 de diámetro, como los actuales cubanitos. De ese formato alargado proviene lo de "cartucho". En otros barrios el barquillo era plano, como una galleta cuadriculada, pero siempre con el mismo sabor, variando el formato.
Se los hacía con una pasta de harina sin levadura, que se transformaba en una lámina delgada y crujiente que se aromatizaba con canela y otras especias, y se la ponía en moldes calientes en forma de barco, de ahí su nombre primitivo.
Este señor usaba como depósito un tubo de chapa galvanizada pintada de rojo, y encima una especie de ruleta con una barandilla de palitos de bronce era la tapa de la barquillera. Hacía saber de su presencia con una tabla con asa, a la que le habìa añadido una especie de manija de hierro que pivotaba hacia un lado ya hacia el otro, haciendo un sonodo característico: taca taca -tacatacatac- taca taca. Este modo personalizado de llamada era un imán para los niños. Los chicos iban corriendo a comprar el barquillo, y la presencia del cartuchero en la siesta del barrio era habitual. En presencia de los clientes, hacía girar una especie de aleta de cuero, que iba golpeando sobre la barandilla, hasta que se detenía en un número, que era la cantidad de barquillos que le tocaba al comprador por su dinero.
El círculo tenía divisiones que correspondían a cantidades: 1, 2, 3... “ninguno” o “todos”. Casi siempre caía en 1 o 2. Nunca en “todos”, pero cuando caían en “ninguno”, el vendedor solía aparentar generosidad, y “regalaba” un barquillo al “perdedor”, que después pagaba.
Este tipo de venta ambulante es típicamente español. La figura de arriba representa uno de ese país, desde donde seguramente provino el oficio, aunque italianos y turcos lo ejercieron.
A pesar del origen español, otros manjares similares son de origen italiano, como las “pizzelle” (argentinizado piselas), que se hacían en una especie de prensa caliente, y que los norteamericanos llaman “waffles”. El sabor era similar, aunque no el mismo al de los barquillos. Esa prensa se solía hacer, de forma algo clandestina, en los talleres ferroviarios...
Pero volvamos al personaje.
Un día al cartuchero de Refinería le roban el reloj de cadena. Suponemos que fue un objeto importante para el señor. Seguramente propaló su desgracia, e incluso habrá hecho algunas averiguaciones sobre los responsables. El tiempo y los pormenores se han perdido ya, quizás para siempre.
Entonces los muchachones del barrio, para burlarse, le gritaban para burlarse:

- ¡Viejo! ¡La Hora!....

Y con esto le recordaban el robo, la pérdida del reloj. El hombre los insultaba con rabia, y escupía a la distancia, lo que alentaba seguramente nuevas bromas de la "muchachada".
Luego ya le quedó el apelativo: El Viejo La Hora.
Muchos chicos, a pesar de su simpático oficio le tenían miedo. Se decía que, debajo de su cama guardaba un ataúd, que usaría una vez muerto. Esta rara y escalofriante previsión pobló las noches de algunos vecinos, antes niños y que todavía recuerdan a este extraño personaje. Suponemos que al tratarse de un hombre soltero pensaría que, en caso de morirse, el trámite de la sepultura de sus restos sería así más rápido y sobrio.
Nunca se comprobó el tema del cajón, que por otro lado es también común en otros barrios.
Cosas de otra época.

jueves, 9 de julio de 2009

TITO CONTI

Desgraciadamente, falleció esta semana Tito Conti, el del bar famoso.
Habíamos alcanzado a hacerle dos entrevistas y estábamos planificando otra, cuando nos enteramos de su deceso.
Su bar era una presencia mítica, misteriosa y a la vez una construcción que él hacía día a día.
Tito Conti había fabricado su personaje, su bar y su sucesión, tal vez como hizo su padre, construyendo el bar desde lo más entrañable: el barrio.
Aggiornado "pero hasta ahí", su legendario bar de Vélez Sársfield y Monteagudo es un vestigio de épocas pasadas, ni más, ni menos gloriosas: pasadas.
Con sus problemas y con sus alegrìas, el bar de Conti fue, antes que un comercio, un escenario social, un trabajo, un lugar del barrio y ahora también una leyenda. Sabía que no es posible vivir sin ellas.
Por eso, tal vez más interesante que su barra y su aparador para los fideos, eran para nosotros su presencia vigorosa, su carácter fuerte, su memoria implacable, y su bar, que ante todo fue la imagen de su bar.
Jamás tomamos un café allí. Era mejor - lo sigue siendo- hablar con él de su pasado de viejo vecino.
Tito Conti sabía que estaba quedando para siempre en la historia de Refinería, como los negros escoberos, como Don Bosco, Ernesto Tornquist y Jose D´all Orso; como Cosme Budislavich, Virginia Bolten, Florencio Sánchez y la Maltería.
Hoy ya no está, se fue con ellos.
Tal vez no haya mejor homenaje para un hombre que citar sus propias palabras.
Una vez dijo, muy seriamente: "Trabajar en un bar te lleva toda la vida...".
Nada mas cierto, don Tito.
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Para ver algo más de Conti: http://www.cronicasderosario.com.ar/?p=199

miércoles, 8 de julio de 2009

BIJOU GAUCHA

Los objetos del museo tiene diferente procedencia, y no todos están vinculados a la Refinería.
Uno de ellos, incluido en su colección numismática, consiste en una réplica de una moneda. Su presencia en el museo se debió a un regalo de un anticuario, que no le vio mayor utilidad y nos la donó jocosamente, sabiendo que no podría venderla… porque era falsa.
Está hecha en bronce, y por detrás presenta un defecto, como si le hubiesen limado algo soldado. Es evidente que la “moneda” servía como botón o algo así, y la pieza limada era una argolla para poder coserla.
La “moneda” representa una moneda real: una moneda colonial de 8 reales.
Abajo a la izquierda vemos una. Estas monedas de la época de los virreyes, de 8 pesos, eran la de más alta denominación, llamadas también “pesos de a ocho”, “pesos plata” o simplemente, pesos.
Recurriendo a un clásico libro sobre la vestimenta campera, el “Pilchas Gauchas” de Fernando Assuncao, nos enteramos en la página 165 que estos “botones gauchescos” como él los llama, provenían del exterior: “había en Montevideo casas mayoristas francesas, inglesas y alemanas que enviaron a Europa las monedas que corrientemente se usaban en los tiradores y rastras como adorno, para ser reproducidas en piezas facsimilares en bronce, o doradas o plateadas exactamente como se hace con las joyas de fantasía (…) estas piezas eran vendidas en las talabarterías que confeccionaban los tiradores y en los comercios de la campaña, sustituyendo así las verdaderas monedas, siendo este el origen de los botones gauchescos”.
El autor posee una colección de estas piezas, que difieren en mayor o menos grado con las piezas de plata coloniales, reemplazándose en muchas réplicas la casa de Potosí con una T o una W, logotipo de la fábrica que las manufacturó.
La del museo reproduce completamente un peso colonial, simula estar hecha en la seca de Lima (ML), con el famoso logotipo de Jose Policarpo Patiño, y se ha fabricado por fundición de bronce duro.
Dado que la “moneda” según el autor, se corresponde con una época criolla (1850 a 1870, aproximadamente), podemos hipotetizar que se trata de un objeto muy antiguo que, sin embargo, denota un aspecto consumista y por ende desconocido, del idealizado gaucho rioplatense. La moneda no era “falsa”, simplemente, no es una moneda.
Es un auténtico botón gauchesco.
Nuestro amigo anticuario puede pasar a retirar la “moneda” si así lo desea…

martes, 7 de julio de 2009

UN ABANICO DE PROPAGANDA

Hoy el comercio es, al menos en apariencia, políticamente neutral. No se nos ocurre un "shopping democrata progresista", por ejemplo. Un comerciante, supongamos, que se proclame como peronista dudará en publicitarlo, por miedo a espantar la clientela radical, o socialista, o comunista… En otras épocas esto no era así.
Las cuestiones políticas y cívicas – debieran ser lo mismo- se dirimían en todos lados. La proclama acerca de la elección del candidato era publicitada de forma estentórea, el “merchante” (el cliente) debía saber que el dueño del negocio era de este o aquél partido.
El museo posee un abanico de cartón muy particular, donado hace algunos años. Este tipo de publicidad fue muy frecuente caso hasta la década del 60. Era una forma de "réclame", como se decía, o sea, de propaganda. Su utilidad frente al calor como abanico de mano es dudosa, pues es frágil y poco consistente como objeto, porque consiste en dos hojas de cartón abrochadas a un mango del mismo material con un remache de lata.
El negocio que mandó a imprimir el abanico de cartón es la Farmacia Italo Argentina del Doctor Antonio Rezzoagli, ubicada en calle Iriondo 340 Bis, entre Vélez Sàrsfield y Gorriti. Su teléfono es el n° 8237.
El frente de la antigua farmacia “Rezzoagli”, como se le llamaba, fue reformado en los años 40 y aún se conserva, al igual que la agrietada madera que alguna vez sostuvo la placa de bronce anunciando al profesional “bioquímico farmacéutico”.
El ejemplar muestra a dos eminentes políticos de las primeras décadas del siglo XX: Yrigoyen y Alvear. El primero está alegre, el segundo tiene cara de disgusto. Veremos porqué.
En 1916 se inaugura la actual ley Sáenz Peña de Sufragio Universal, con su voto secreto y obligatorio.
Amplias capas de población acceden de manera limpia a una libre elección, resultando triunfante el jefe de la Unión Cívica radical, Hipólito Yrigoyen, luego de varias revoluciones intentando poner fin al gobierno oligárquico.
Proveniente de una clase media rica, con antecedentes en el empleo publico (fue comisario y profesor universitario) Yrigoyen es la imagen del “caudillo” moderno, autoritario, a la vieja escuela, con una tendencia marcada al paternalismo pero también hábil componedor y negociador, capaz de intransigencia calculada y de generosidad a veces hasta inconveniente.
Una vez en el gobierno, Yrigoyen ejecuta acciones tendientes a favorecer sobre todo a las clases medias y obreras, como la Ley de Trabajo, pero sin por ello desarticular los privilegios de la clase alta. Se produce un masivo vuelco de la población hacia este nuevo presidente de estilo sombrío y enigmático.
Aparece manifiesta nuevamente una polaridad: la oposición entre el un candidato "de pueblo" y otro de los los “ricos”, o en una figura muy popular por entonces: entre “Juan Pueblo” y la oligarquía. Sobre todo la clase media pudo obtener un acceso casi ilimitado al puesto público, apareciendo los denominados “funcionarios sin apellido”, motivo de burlas y enojos por parte de la oposición y la prensa, furiosas de ver a la “chusma” ejerciendo cargos en la administración.
Esta actitud maniquea, polar, será un clásico de la política argentina hasta hoy.
La política seguía ese curso dentro del partido radical. La figura de Yrigoyen era prácticamente autónoma en el partido, y nada se hacía sin su consulta. Aparece una forma personalista de gobierno.
La otra figura está en ascenso, mirada con simpatía por los antiguos “oligarcas”. Marcelo Torcuato de Alvear, de procedencia claramente oligárquica, disputa el control de las Unión Cívica Radical. Es otro de los “presidenciables”, como se diría hoy en día.
Terminado el gobierno de Yrigoyen, y dada la imposibilidad de ser reelecto por el texto de la ley, es elegido candidato Alvear, que gana ampliamente las elecciones. Se pone en marcha entonces una especie de “operación retorno” que tiene un origen nefasto antes incluso de esa ápoca: la división proviene desde la revolución de 1903, entre “galeritas” o “azules”, proclives a los grandes apellidos, y los “grises”, de fuerte base popular. Los “antipersonalistas”, ex - azules, opuestos a Yrigoyen, acceden entonces al gobierno.
Quizás por cálculo político, Alvear nunca apoyó explícitamente el antipersonalismo. Incluso les dijo a sus seguidores, que le reclamaban un apoyo más eficaz:

“¡A mí no me vengan a joder! ¡Arréglense solos y ganen si son más!


Yrigoyen seguirá callado. En las revistas y publicaciones humorísticas se lo suele representar achinado, en mangas de camisa o con boina blanca, a diferencia de Alvear, siempre dibujado de frac o con elegante galera.
El abanico comercial, que estimamos cronológicamente de los años 20, se enmarca en esa puja, entre dos personalidades opuestas. Por un lado un Yrigoyen taciturno, callado: “El Peludo” que no sale de su madriguera, representante de un estilo provinciano, popular, pero autoritario y verticalista.
Por el otro, un Alvear extrovertido y sensible, cosmopolita y hasta extravagante, pero fuertemente vinculado a los sectores más antipopulares de la oligarquía porteña, amigo de militares y estancieros. Su gobierno se volcó hacia las grandes obras públicas, en un estilo más vinculado a la vieja conducción conservadora.
La revista Caras y Caretas que vemos aquí debajo los representa en los años 20. Uno, atascado en su personalismo, mientras que el otro, el ya presidente Alvear, sonríe desde la Casa Rosada.
Finalizado el mandato de Alvear, Yrigoyen resultará elegido nuevamente, pero ya anciano y frente a otras realidades. Habían pasado quince años y era otra Argentina la de los años finales de la década del 20. Sería derrocado en 1930 por un golpe militar, el primero de la argentina democrática.
Por ende, podemos decir que el mensaje que envía el abanico es una elección no político-partidista, sino de facción. Representa lo que hoy llamaríamos una “interna”.
La elección es acerca de lo popular frente a lo elitista u oligárquico, ya que la UCR estaba vista como un partido de masas, popular, por la facción yrigoyenista. Alguien del barrio dijo una vez que “Yrigoyen era lo más popular antes que viniera Perón”.
El paciente (recordemos que es una farmacia), seguiría comprando en ese “negocio radical yrigoyenista”, o sea, en su farmacia popular, barrial.
El doctor Antonio Rezzoagli estaba seguro que su cliente era, como él, uno más del pueblo, y no un radical “de galerita”.
Sin embargo, no deja de asombrar que una farmacia apostara a utilizar para aumentar las ventas una consigna política, una puja interna a un partido, para poder captar una clientela de condición popular y a la vez, comprometida cívicamente.
Hoy eso es impensable.

domingo, 5 de julio de 2009

LA PRIMERA VICTIMA

Corre 1901 y la situación económica es cada vez más tensa.
A los escasos salarios se le suma el alza imparable de los alquileres, la comida, el combustible, los cigarrillos… debe trabajar todo el que pueda en la familia: el padre, la madre y los chicos. La nonna se quedará en casa, lavando y cosiendo. En este marco socioeconómico, los ánimos en el barrio están levantiscos. El 20 de octubre, una multitud se reúne en el frente de la Refinería.

Delante de la fábrica, como se ve en la foto de al lado, habia un descampado. Unos mil se concentraron en ese predio, según Diego Abad de Santillán, en su libro "La F.O.R.A." . Otras fuentes hablan de doscientos.
La intenciòn era entregar un "pliego de condiciones" donde se decìa que de no haber mejoras salariales se iría a la huelga. Este pliego sería de puño y letra de Florencio Sànchez. Los ánimos estaban caldeados.
En esos tiempos agitados, la fábrica era un hervidero de nacionalidades. La Refinería Argentina de Azúcar, propiedad de Ernesto Tornquist, tenía en 1906 un 51% de mujeres extranjeras y un 70% de hombres inmigrantes trabajando en la planta, según el censo de 1900.

Las condiciones de trabajo eran extenuantes (más de 10 horas por día, seis días a la semana), los descuentos salariales eran frecuentes (por ejemplo, por llegar cinco minutos tarde) y se forzaba a la gente a trabajar a destajo en muchas de las actividades: por kilo, por bolsa, por atado…
Esta situación hizo que el 20 de octubre se suscitara una masiva protesta de trabajadores. Hablaban el mismo idioma: el de la pobreza y la explotación.
Si bien la situación debió ir tensándose con los días, ese 20 de octubre las cosas se pusieron al borde del estallido. No tardó en concurrir la policía.
El jefe político de Rosario era Octavio Grandoli (foto derecha). No existía el “intendente” como figura actual, sino que habia también habia un Jefe Político, elegido más o menos directamente por Santa Fe. Sus funciones eran las controlar políticamente al intendente ( y fundar el jockey Club) pero además estaba la de resguardar la seguridad , ejercer la censura y vigilar la moral, por lo que se arrogaba el comando de la policía.

En ese momento el intendente era Luis Lamas, creador del Parque de la Independencia.
A las órdenes de Grandoli estaba el encargado de los efectivos –creemos que ese era su cargo- un tal Mazza, que oficiaba de segundo oficial en el lugar. Grandoli se habìa ofrecido de mediador, pero al ver a la multitud reunida, creyó identificar a tres militantes anarquistas. Inmediatamente ordena su arresto -era jefe de los "chafes" - con la subsiguiente resistencia.
Aparentemente, a un movimiento de la multitud enfurecida los policías respondieron a sablazos, y se produjo un desbande. Deolindio Muñoz, en el diario el Municipio, culpa directamente a la policiía de provocar a la multitud.
Cosme Budislavich era un obrero austriaco, joven, de 34 años. Hacía dos años que trabajaba en la fábrica. En el desbande, Cosme corrió hacia lo que hoy es Bulevar avellaneda, dicen los vecinos que saltando el alambrado de las vías, cruzando una quinta cercana. Se escucha un disparo, y Cosme Budislavich, obrero azucarero de 34 años, cae con la nuca perforada por el pesado revolver de un policía, cerca del conventillo conocido como "El Atrevido".
Habría caído en Iriondo y Vélez Sársfield, porque El Atrevido se ubicaba aproximadamente en esa esquina. Otra versiòn - menos consistente- da el lugar de la muerte sobre calle Gorriti, que es lo que ha quedado màs grabado en los vecinos. Se ignora el lugar real.
Budislavich fue la primera víctima de las luchas obreras del país.
Aparentemente, el tal Mazza fue el autor.

De Grandoli no se supo nada, tal vez se fue rápidamente al comenzar la represión, era un hombre de prestigio, un político, y no podía ensuciarse en una refriega con obreros.
En el diario La Capital se trancribió el diálogo entre un policía y Mazza, en el cual éste se atribuía la muerte. El otro policía – anónimo- le dijo que había riesgo, porque los huelguistas estaban armados, y casi lo matan, que tiró y no sabía si había acertado. Mazza contestó, ufano, diciendo que él había disparado y acertado a uno…
Al día siguiente, un comunicado oficial describe a Budislavich como afiliado socialista e integrante, incluso vicepresidente, de la Casa del Pueblo. Muchos lo desmienten. Comenzaba la estrategia gubernamental, que después se hizo común, de culpar al muerto. "Algo habrà hecho".

Cosme tal vez no era más que un muchacho aterrorizado, que malamente comprendía el castellano, y se ganaba duramente la vida. No hizo más que correr en un descampado, y eso tal vez atrajo la bala fácil y fatal.
La muerte trajo dos actos públicos; el entierro, a pesar de la prohibición impuesta por Grandoli, y un acto obrero masivo repudiando los hechos, pero ya era tarde. Diez dìas despuès, Lisandro de la Torre y Carlos Pellegrini reclamaron ante el Senado de la Nación la intervención de Santa Fe para garantizar la legalidad de los inminetes comicios y acabar con la arbitrariedad policial.
La muerte de Budislavich estuvo entre los fundamentos principales del pedido de intervención.
Se avecinaban tiempos más duros aún, con una ley en contra de los "maximalistas, anarquistas, àcratas y comunistas", redactada por el autor de Juvenilia, Miguel Canè: un amigo del dueño de la Refinería.
Ignoramos el lugar exacto del sepulcro de Cosme Budislavich.
La muerte de un obrero es un signo.
Si bien no hay muerte que sirva, que se justifique, la muerte de un obrero es significativa, dice algo más que el hecho salvaje y estúpido.
Se mata a un trabajador que se queja. No en vano, los militares que derrocaron gobiernos en el país dede 1930, mataron e hicieron desaparecer antes gremialistas que intelectuales. En el fondo, para el gobierno y los empresarios los obreros eran más peligrosos, porque poseen mucha experiencia y capacidad de rebelión, y sobre todo, sabían lograr la paralización económica. No se conoce que, oficial o extraoficialmente, la Refinería Argentina de Azúcar, o Ernesto Tornquist, hayan dicho una sola palabra del hecho… para ellos eran cosas de delincuentes. Y ellos probablemente hayan llamado a la policìa. No tolerarìan detener la producciòn.
Demasiado.
El lugar donde supuestamente cayó Budislavich lleva por Ordenanza Municipal N°7241 del año 2001 el nombre de Virginia Bolten, tal vez mucho más agradable, como símbolo y como recuerdo.
La Ordenanza Municipal 7349, del año siguiente, crea la Plaza Cosme Budislavich.
A ocho cuadras del lugar donde cayó muerto el obrero austríaco, hace ya 108 años.
Él no alcanzó a correr tanto.

El cuadro de arriba se llama "Manifestación" y es de Antonio Berni, de 1934.
Se suele decir que el edificio del fondo es la Refinería Argentina. Si bien su forma y color son similares, nada asegura que sea el edificio histórico. Puede tratarse de una fábrica genérica, abstracta, universal... Interpretaciones artísticas aparte, es sugestiva la semejanza que le dio en su cuadro este artista rosarino, cuya militancia social es conocida. Según el periodista Fabián Scavuzzo: "Pocos recuerdan que Antonio Berni pintó en 1934 una de sus obras más importantes en el barrio Refinería. "Manifestación" (conocida también como Pan y Trabajo, por un cartel que se lee en la multitud, hoy en la Colección del Malba) representa una manifestación de trabajadores en el actual barrio Islas Malvinas (ex Refinería). La escena está situada en la actual Avenida Carballo, antes vías del ferrocarril, a sólo 50 o 100 metros de Puerto Norte. Al fondo se ve un emblemático edificio rojo, era la antigua refinería de azúcar que hoy forma parte de la Unidad Portuaria nº 2."( http://www.ensulaberinto.com.ar/2009/01/rosario-gigantes-y-pies-en-el-barro.html )

La obra, de gran formato, se exhibe actualmente en el MALBA, Buenos Aires.